TW
0

El obispo de Mallorca, Javier Salinas, ha visitado este domingo el santuario de Lluc y la escolanía para mostrar su apoyo a los profesionales que los gestionan, tras haber apartado de forma cautelar de sus funciones al prior del monasterio, Antoni Vallespir, denunciado por presuntos abusos sexuales.

Ante la denuncia presentada por un antiguo miembro del coro, que supuso que Vallespir fuera apartado el viernes de forma cautelar de su cargo, Salinas ha visitado Lluc antes de la eucaristía dominical y se ha reunido con la comunidad de los misioneros de los Sagrados Corazones, los padres de los alumnos y trabajadores del santuario, ha informado el Obispado de Mallorca en un comunicado.

En el transcurso del encuentro, el obispo ha manifestado su apoyo al esfuerzo educativo y la línea de trabajo que lleva adelante el claustro de profesores y trabajadores, así como la gestión del santuario encabezada por la comunidad de misioneros de los Sagrados Corazones, en quienes sigue confiando el cuidado del santuario mariano.

En los últimos años, la escolanía cuenta con un grupo de profesionales laicos que impulsan y sostienen el proyecto educativo del centro, para que siga siendo el referente para la educación integral de los alumnos en todas sus dimensiones que ha hecho que tantas familias hayan confiado en Lluc durante siglos, ha recalcado el obispado en la nota.

El obispo de Mallorca, «a pesar de las dificultades actuales», ha alentado al personal del santuario y la escolanía a seguir adelante «en su tarea para continuar haciendo de Lluc el corazón de Mallorca».

El tribunal eclesiástico de la Diócesis de Mallorca recibió la pasada semana una denuncia de presuntos abusos por parte de un antiguo «blauet» (tal y como se conoce popularmente a los miembros de la escolanía por el color azul de sus sotanas) y abrió una investigación.

Ante la presunta gravedad de los hechos denunciados, el prior presentó la renuncia y fue apartado de forma cautelar de sus cargos diocesanos como prior del santuario y rector de Escorca y del ejercicio público de su ministerio en la diócesis.

El Obispado de Mallorca aseguró en un comunicado que «cualquier abuso es una ofensa a las víctimas y a Dios», y «produce un profundo sufrimiento» en la iglesia mallorquina.