PALMA BOTA local uh,- Presentacion del libro del Llorenç Capellà, 'Crònica de la mort ignorada | Pere Bota

TW
3

Los hermanos y empresarios Jaume y Antoni Oliver Rullán, de Sóller, y sus trabajadores Joan Mora Ferrer, también de Sóller, José Niell, de Sineu, y Jaume Llabrés, de Establiments, fueron asesinados el 20 de agosto de 1914 en la ciudad belga de Lieja. Sin embargo, el Gobierno español, que se declaró neutral durante la Gran Guerra (1914-1918), negó su muerte durante más de un año.

En concreto, hasta septiembre de 1915 cuando vecinos de la Isla regresaron de Lieja con los certificados de defunción y los diputados mallorquines Jeroni Estades y Alexandre Rosselló realizaron algunas gestiones en Madrid al respecto. Así lo recordó el escritor y periodista Llorenç Capellà, quien recoge la historia en su libro Crònica de la mort ignorada , que, editado por Ensiola, presentó ayer en la libreria Embat.

Durante el acto, presentado por Josep Quetglas, Capellà resumió la historia de los cinco mallorquines y, especialmente, cómo las autoridades intentaron ocultar su asesinato para preservar esa neutralidad de España en el conflicto bélico. El autor, colaborador de Ultima Hora, explicó que la historia se dio a conocer a la opinión pública gracias a las publicaciones en prensa y, especialmente, a los artículos del mallorquín Miquel dels Sants Oliver en ABC y La Vanguardia . Sobre estos escritos, Capellà subrayó que dels Sants Oliver «dice que el Estado español olvida a sus ciudadanos», una reflexión que «ya habían hecho otros autores, como Rovira i Virgili». Por aquel entonces, escribían: «España es un país que toca himnos, consagra banderas y menosprecia personas», algo que, según Capellà, «sigue pasando». Y es que: «La historia de estos cinco hombres es la historia de todo un país que mantiene una gran semejanza con la realidad actual».

El autor detalló otro aspecto que no deja de ser curioso: las indemnizaciones que recibieron los familiares de los asesinados. La viuda de Antoni Oliver cobró 49.000 pesetas por la pérdida de su marido y 42.000 por el establecimiento que regentaba. Cada uno de sus tres hijos recibió 21.000 pesetas. En cambio, las familias de los tres empleados percibieron 12.000 pesetas cada una.