Algunos de los manifestantes que se han concentrado en los juzgados. | P. Pellicer

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Pocos ciudadanos –unas doscientas personas–, menos en todo caso que hace un año, se congregaron en las inmediaciones del edificio de los Juzgados para hacer pública su indignación por el ‘caso Nóos’ a Iñaki Urdangarin. Jubilados, jóvenes, antisistema de todo pelaje y condición, republicanos, sindicalistas, progresistas, curiosos, ... y frikis desafiaron el frío y la lluvia de ayer en Palma, además del férreo control policial. No hubo incidentes y sólo cuando, durante unos minutos, los manifestantes cortaron el tráfico de las Avingudes, los agentes de la Policía se pusieron el casco antidisturbios. Falsa alarma. Vuelta a la normalidad.

Una espectacular Adriana Venia, del programa televisivo Así nos va, se afanaba en buscar el espectáculo entrevistando a todo cuanto esperpento se encontraba en la protesta. Será lo que quiere la audiencia. Por periodistas no era. Hasta dos centenares se acreditaron al evento, algunos de lugares tan dispares como México, Suiza, Holanda, Francia, ... Una manera diferente de promocionar Mallorca.

Rosario Galindo, vestida de presidiaria, quería dejar constancia de su rechazo al duque con una pancarta que recaba: «Tu pasado en Palma do, tu presente em barga do y tu futuro ¿en car ce la do?». Cerca, Wendi de León, cajera de un supermercado cercano, admitía que el interrogatorio de Urdangarin «ha reducido las ventas a un 5% de lo sábado normal». No debería extrañarle, la Policía impedía el acceso a la calle sin la preceptiva acreditación. Cosas de la seguridad.

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Con un mapa en la mano, Pepita y Juanjo, un matrimonio valenciano, se acercó a los Juzgados. «Hemos aprovechado el viaje para ver el ambiente. Allí en València entre Matas y Camps ya estamos arreglados». Una anécdota más que contar al regreso.

A medida que pasaban las horas, los concentrados se disolvían, el frío y la lluvia se convirtieron en los mejores aliados para apaciguar los ánimos de una mañana que se aproximó más a una gran performance espontánea, con decoración incluida –una rista de chorizos ‘ambientaba’ una calle–.

El cierre momentáneo de las Avingudes –animadas por el cláxon de los vehículos– fue el pretexto para que los agentes se pusieran los cascos antidisturbios. Foto y ya está.