Marines en la avenida Antoni Maura, disfrutando de un buen refrigerio. | M. À. Cañellas

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Son marines y llevaban más de dos meses navegando cuando atracaron en la Bahía de Palma el pasado lunes, desde entonces se pasean a sus anchas por las terrazas del Carrer del Mar, donde ya se están empezando a dar a conocer por ser muy «simpáticos», pero sobre todo muy «generosos». Hablamos de los seis mil tripulantes del portaaviones 'Dwight D. Eisenhower'.

«Ojalá vinieran cada semana, salvarían la economía de la Isla», dicen los propietarios de los principales restaurantes y tiendas de souvenirs que estos días reciben con los brazos abiertos la visita de los tripulantes del portaaviones, todos están encantados con lo mucho que gastan.

«Ayer hicimos una caja de más de 6000€ y la mayoría de nuestros clientes fueron los marineros americanos», asegura Marc Torres, camarero en la Pizzería Don Piero, que además añade: «dejan unas propinas muy generosas de entre 5 y 10€».

Por su parte, Toni Mar, propietario del Café Lírico, afirma encantado que «son muy amables y siempre vuelven si se les trata bien».

Mar cuenta como anécdota a recordar de la visita de los tripulantes del portaaviones que hace unos días saltaron las alarmas del cajero de un banco de la zona, porque se estaban sacando grandes cantidades de dinero. «Había una cola de americanos frente al cajero», añade.

Una visita polémica

Algunos de los empresarios y comerciantes del lugar todavía recuerdan la temporada durante la cual los buques estadounidenses tuvieron prohibido atracar en la Isla, perjudicando así a los comercios que obtienen grandes beneficios de la llegada de este tipo de barcos.

Algunos sectores políticos se oponen a que un buque de tipo nuclear se encuentre tan cerca de la población civil.

A pesar de eso la propietaria de una de las tiendas de souvenirs del Carrer del Mar afirma que «los beneficios económicos para nosotros los comerciantes son tan grandes que desde que se ha reanudado la llegada de portaaviones a la Isla estamos mucho mejor».

Los marines del 'Dwight D. Eisenhower' son unos clientes muy apreciados por el sector de la hostelería y el comercio, ya que según apuntan: «Entran en las tiendas: miran, compran, pagan y después se van. Nunca dan problemas».

Desde luego a los norteamericanos tampoco les desagrada la hospitalidad mallorquina, aseguran que los camareros y dependientes de nuestra Isla son de lo más simpáticos y no escatiman en admitir que más o menos cada día gastan de cien a trescientos euros en alcohol y comida. Tal y como afirma uno de los marineros: «He gastado quinientos euros en tres días en paella, sangría y 'souvenirs'».

A pesar del despilfarro general de los norteamericaos en las joyerías del lugar apenas han notado la llegada de la flota. Éstos han invertido muy poco en joyas, prefieren el buen comer, beber y las fiestas multitudinarias. Hoy se marchan.