El fiscal Pedro Horrach y el juez José Castro, la semana pasada en Barcelona. | Carles Domènec

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Empleados 'fantasmas' para obtener bonificaciones fiscales. El juez instructor del 'caso Nóos', José Castro, y el fiscal anticorrupción Pedro Horrach, ya han reunido testimonios y pruebas suficientes para ampliar los indicios incriminatorios contra los principales imputados en el 'caso Nóos', Iñaki Urdangarin y Diego Torres.

En las declaraciones realizadas la semana pasada en Barcelona, una testigo confesó, tras un durísimo interrogatorio, que cobraba 500 euros al mes por no hacer nada en unas de las sociedades satélites del Instituto Nóos. Testimonios similares han sido recogidos entre una media docena de trabajadores de las sociedades de Nóos.

Beneficios

Según han confirmado a este diario fuentes presentes en la vista celebrada en la Ciudad de la Justicia de la capital catalana, la testigo «se derrumbó» y narró, con lujo de detalles, que formó parte de una red de trabajadores 'fantasma', creada exclusivamente por los gestores de Nóos para obtener beneficios fiscales. Dijo que abandonó su trabajo cuando dejó de cobrar.

Como ya consta en el extenso sumario del 'caso Nóos', un documento correspondiente al cierre del ejercicio de 2005 incluye en el apartado correspondiente a la empresa Aizoon -propiedad de Urdangarin y de su esposa, la infanta Cristina, un escrito que señala: «Hay que incrementar trabajadores en una media de 3,4 empleados para tributar menos».

Urdangarin ya fue interrogado sobre esa red de empleados ficticios cuando declaró como imputado el pasado mes de febrero en los juzgados de Vía Alemania. Dijo que él no llevaba esos temas y que, en todo caso, responsabilizaba a su exsocio (Diego Torres) y los contables.

El abogado del duque de Palma, Mario Pascual, asimismo, también ha rechazado de plano que su cliente estuviera vinculado a esa red de trabajadores 'fantasma', algunos de ellos, contratados por cortos periodos de tiempo en algunas de las sociedades del Instituto Nóos.

Los investigadores afirman que tras la declaración de la testigo en Barcelona se hace cada vez más evidente la sospecha de que el desvío de fondos a Nóos no respondía a servicios reales. Es decir, muchos de esos servicios son ficticios, al igual que los contratos de trabajo de varios de los integrantes de la plantilla del Instituto sin ánimo de lucro que, en su época dorada, facturó cifras millonarias de dinero procedente, en su mayoría, de fondos públicos.