Armengol, seguida de diputadas y diputados del PSIB, bajando la escalera camino del pleno. Fotos: JOAN TORRES

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El marcador del Parlament balear sólo registra el tiempo de las intervenciones. No refleja ni los sentimientos, ni la intensidad de las declaraciones ni las descargas de adrenalina. De reflejar todas esas variable, ayer se hubiera disparado. Fue una sesión de alto voltaje.

Con un estilo pocas veces visto en un pleno del Parlament, el president balear José Ramón Bauzá respondió del siguiente modo a una pregunta de la socialista Francina Armengol sobre los beneficios que había tenido para la ciudadanía su gestión política: «El primer beneficio, que no es poco, es que ustedes no gobiernan».

Armengol se quedó cortada y se hizo momentáneamente el silencio sólo roto por los aplausos del banco del PP. Bauzá, a continuación, enumeró algunas propuestas de su meses de mandato, añadiendo siempre alguna apostilla: un plan de saneamiento, unos presupuestos, la reestructuración del sector público y el pago a proveedores.

La portavoz socialista negó el menú de actuaciones que le expuso el president. Según Armengol, la realidad es que las diferentes políticas del Govern «nos han hecho retroceder 30 años». Bauzá recurrió a la 'herencia recibida', al estado de las cuentas que dejó el anterior Govern y afirmó que él tenía muy claro qué hacer. «No gobernamos para hacernos simpáticos», resumió.

Los lazos

Todo el Govern, y no sólo el president Bauzá, había llegado a la sesión plenaria con la idea central de no rectificar en sus políticas. Se vio desde la primera pregunta, de la oposición, una del socialista Cosme Bonet sobre la prohibición de exhibir lazos con los calores de la bandera catalana en los centros escolares. El conseller d'Educació, Rafel Bosch, repitió argumentos parecidos a los que dio el viernes. Añadió que los lazos cuatribarrados, utilizados para oponerse a la estrategia lingüística del Govern, tenían un objetivo político y que la escuela no era para «hacer política».

La tensión aumentó con una intervención de Antoni Alorda (PSM), también sobre el catalán. Alorda preguntó al Govern si «no se avergüenza» de no reaccionar tras la manifestación del domingo. Y dijo: «Nuestro president es el principal enemigo de la lengua catalana».

«Retire esas palabras que no se las acepto», le reclamó Bosch. «No las retiro», le respondió el parlamentario del PSM. El portavoz del grupo, Biel Barceló, también preguntó al president por la movilización del sábado. La respuesta fue que respetaba a los manifestantes pero que «no pueden sustituir a las elecciones» y que en el programa electoral de PP iban las propuestas que se están aplicando.

También el vicepresidente económico, Pep Ignasi Aguiló, protagonizó otro enfrentamiento: con la diputada Joana Barceló por los efectos que tendría la reforma laboral. Aguiló le respondió con generalidades.

El pleno de ayer aprobó de forma definitiva uno de los proyectos de los que más presume el Govern: la ley de apoyo a los emprendedores y a la pequeña y mediana empresa. La ley, lo que se reprochó desde la oposición, no viene acompañada de una cuantificación económica. Para el PP, esa ley reactivará la economía. La Cámara, también con los votos del PP (que tiene mayoría absoluta) validó el decreto con la nueva estructura del IB-Salut. Tanto los socialistas como PSM-Iniciativaverds criticaron que se incluya la posibilidad de aumentarse sueldos y dudaron de su efectividad.