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Acercar la enseñanza al alumno y darle la posibilidad de seguir aprendiendo por complicadas y dispares que sean sus circunstancias personales. Ése es el objetivo de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), que en los últimos años vive un resurgir propiciado por la crisis económica y que cuenta con la tecnología digital como gran aliado.

Miguel Ángel Vázquez, su director en Balears, lo resume así: «En la UNED nadie se queda tirado». Prueba de ello es que el aumento más que significativo de alumnos, de un 11%, ha obligado a construir un nuevo edificio, un salón polivalente que permite la celebración de actividades de formación permanente y la realización de las pruebas de examen presenciales, que el curso pasado se incrementaron en un 28%, para evitar la saturación.

Pero el perfil del alumno de la UNED requiere algo más. La edad media del estudiante supera los 37 años, lo que se traduce en que ocho de cada diez tienen compromisos laborales o personales que cumplir. La utilización de las tecnologías digitales (aulas AVIP) en las tutorías y clases prácticas les permite continuar con sus estudios sin tener que desplazarse a las instalaciones de la UNED.

Buscando el ‘aún más difícil', con un ordenador, conexión a internet y una clave facilitada por el centro es suficiente para que los alumnos puedan continuar con su formación desde cualquier lugar de España e incluso del extranjero.

Que la UNED ha encontrado en las nuevas tecnologías su aliado perfecto para luchar contra el abandono -muy superior al que registra la universidad tradicional- lo demuestran los 12 cursos impartidos el pasado verano y transmitidos también en directo por la red. Fue tanta la aceptación, que el número de alumnos se disparó en un 131%, de los que el 76% lo siguió por internet.

Y cuando ni la tecnología puede romper barreras, es la UNED la que se desplaza hasta el estudiante. Así, 116 internos de la cárcel de Palma pudieron beneficiarse también de los cursos de verano.