El restaurante El Rigoletta, en Es Portitxol se registró la explosión de un artefacto en el lavabo de señoras. No hubo víctimas. Eran las 14.24 horas. | ultimahora.es

TW
0

Palma vivió el 9 de agosto de 2009 uno de los domingos más terroríficos que se recuerdan. Cuando los ciudadanos de Balears todavía no se acaban de creer que hubiesen sido asesinados en Palmanova dos guardias civiles, ETA volvió a atentar, aunque en esta ocasión sin víctimas mortales.

Durante ese día se recibieron tres avisos de bomba. Supuestamente se habían colocado tres bombas en Mallorca, aunque ETA no dio pistas sobre la localización de los artefactos. Eran las 11.30 horas y en Delegación del Gobierno todo el operativo se había puesto en marcha.

El primero de los artefactos explotó a las 14.24 horas en el baño de señoras del restaurante La Rigoletta, en Es Portitxol. No hubo víctimas. «Menos mal que no he ido al lavabo», explicaba uno de los clientes. El restaurante estaba al completo y tras la explosión fue rápidamente desalojado.

Escasa potencia

La segunda bomba estalló a las 16.00 horas en el restaurante Enco, en Es Molinar, muy cerca de La Rigoletta. El artefacto, de escasa potencia, estalló también en el lavabo. Al igual que en el primer local, ETA había colocado la bomba en el falso techo de los servicios.

El estallido de las bombas confirmaba que la 'operación Jaula' para cazar a los terroristas tras el atentado de Palmanova no había dado resultado. Los etarras continuaban en la isla tras haber asesinado a los agentes Diego Salvà y Carlos Sáenz de Tejada.

A las 18.00 horas explotaba un tercer artefacto en el aseo de señoras de las galerías de la Plaça Major. No hubo víctimas y los daños materiales fueron leves. Los comercios están cerrados el domingo y por las galerías sólo pasan los usuarios del párking de la Plaça Major.

Aparentemente con la explosión del tercer artefacto en la Plaça Major ya había acabado la pesadilla, pero faltaba otro fleco pendiente. A las 12.00 horas se había producido una explosión en el Bar Nica, en Compte de Sallent. La policía creía que se trataba de algún problema con el gas, pero días después se confirmaba que también había sido obra de ETA. Al igual que en los dos restaurantes de Es Molinar y en la Plaça Major, la banda terroristas había colocado un artefacto de escasa potencia en el lavabo de mujeres.

Si ETA hubiera querido, aquel domingo de agosto hubiese sido mucho más sangriento, pero Palma nunca olvidará aquella cadena de atentados.