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José María Rodríguez cosechó ayer una importante victoria en las elecciones internas del Partido Popular para elegir al presidente de su junta territorial de Palma, unos comicios en los que además de a su adversario directo, Francesc Fiol, ha tenido que enfrentarse a la propia dirección estatal. Rodríguez ha demostrado su poder ante José Ramón Bauzá y Mariano Rajoy, un triunfo indiscutible que ha dejado no pocas heridas en el seno de la formación política tras una encarnizada campaña electoral.

Durante los últimos meses, José María Rodríguez ha sabido sacar rédito a su larga trayectoria como gestor en el Ajuntament de Palma y en el propio Partido Popular, donde llegó a ocupar el cargo que ayer ganó y el de secretario general en Balears. Su conocimiento de los resortes del partido se ha demostrado que ha sido clave para su recuperación del poder.

El retorno de Rodríguez deja abiertos algunos enigmas importantes para el PP balear en general y el palmesano en particular. La ambigüedad con la que él se ha manifestado respecto a su posición frente al futuro congreso regional, en el que Bauzá busca su refrendo como presidente regional, es un factor de preocupación que se acrecienta ante la posibilidad que forme una coalición con el ala más radical de los conservadores que representa el actual alcalde de Calvià, Carlos Delgado.

Resulta evidente que Rodríguez no encarna lo que se entiende como la necesaria renovación del PP. Pero convendría distinguir entre quién debe ser el candidato en Palma y quién debe poner en marcha la maquinaria para que los conservadores recuperen el poder en Cort. Para este último cometido Rodríguez es el hombre adecuado. A Bauzá le toca ahora mover ficha para establecer una alianza que permita situar en las listas a nuevos dirigentes, pero contando con el respaldo de una organización que, en manos de Rodríguez en Palma, ha demostrado una eficacia fuera de discusión.