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Cada miércoles Sineu es una fiesta. Cada miércoles, desde tiempo inmemorial, ya que la fiesta, promovida por el mercado que allí se organiza, se remonta a años en los que la memoria se pierde. Es casi todo un pueblo participando de ella, dado que gran parte de la superficie de su casco urbano, sobre todo el que gira en torno a la iglesia y a la plaza, se convierte en un gran mercat, en el que mercaderes llegados de cualquier punto de la isla venden sus mercancías, muy variadas por supuesto. Porque, ¿qué se puede encontrar en el mercat de Sineu?

 

Tras recorrerlo en su totalidad, uno llega a la conclusión de que en él hay de todo, desde animales (pollos, gallinas, conejos, caballos, someres, etc.) a ristras de guindillas de Felanitx, pasando por calzado, cuadros, diversidad de prendas de vestir para cualquier época del año, para casa o para salir, herramientas, nuevas y viejas, aperos para el campo, frutas, verduras, aceitunas, bacalao, confituras, quesos, jabones, gafas, relojes, carteras, collares, pendientes, anillos, objetos de artesanía, souvenirs, música enlatada en cassettes y CD, y en directo, de la mano de unos incas, que tras la interpretación de piezas con los instrumentos de sus ancestros, acompañándose de un fondo musical que llevan grabado... Hay también bares donde hacer un alto en el camino tomándose un refresco o dando cuenta de un pa amb oli o un frit, tiendas que nada tienen que ver con el mercat, el Celler Can Castañer, donde venden vino para mojar es berenar que debe de llevar uno... Y hay también infinidad de turistas extranjeros que llegan hasta allí en autocar, en visita programada, o por su cuenta; extranjeros que miran y remiran, preguntan y, a veces, hasta se sorprenden por lo que ven; y hay también gente de aquí, que es la que suele ir a tiro fijo a comprar tal o cual cosa, que es, generalmente, comida y ropa...

 

Pero pese al gentío, el mercat de Sineu también siente la crisis. Pregunten a los vendedores; o si no, observen sus puestos. «Mucho mirar, mucho preguntar, pero se van sin comprar», nos decía una negra que está al frente de un puesto de gafas y relojes.

 

De la misma opinión es la mujer menuda que regenta otro de ropa. «Son las once de la mañana -nos dice-, y solo he vendido dos bragas». «Pues yo llevo aquí desde las seis de la mañana -señala el del puesto de carteras, a la sombra del campanario de la iglesia- y solo he vendido un monedero, tres euros, nada. Antes -añade- te sacabas en un día 80.000 pesetas, hoy, con suerte, te llevas cien euros».

 

Tal vez los mas optimistas de todos sean los Gomila, agricultores de Felanix, que dicen que las ristras de guindillas se venden muy bien, «unos miércoles más que otros, pero no nos quejamos», y Luis Hierro, maestro artesano, propietario de un puesto en el que vende almendras garrapiñadas, caramelos, tambor de nueces, etc., y que tiene como vendedores a extranjeros «porque trabajan más que los de aquí, que llegando el fin de semana se van de fiesta y luego no quieren venir a trabajar a partir de las seis de la mañana. Ellos -señala a uno de esos extranjeros- no fallan ni un solo día». Lo único que lamenta Hierro, y no por el mercat de Sineu, sino por otros mercados, como el de Alcúdia, «es que de pronto te llega un concejal de turno y, sin más, va y te reduce el espacio sin pararse a pensar que eso te causa un perjuicio enorme»

Pedro Prieto

Foto: Julián Aguirre