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La Diada de Mallorca sigue manteniendo un fuerte carácter institucional, porque, al igual que sucede con el Dia de les Illes Balears, son conmemoraciones que no han arraigado a nivel popular, algo que, antes o después, habría que plantearse para darle todo el realce que se merece, no ya sólo por ser el recuerdo del otorgamiento de la Carta de Privilegis i Franqueses del Regne de Mallorca por parte de Jaume II, sino por ese futuro que como pueblo debemos afrontar y que analizó ayer la presidenta del Consell, Francina Armengol.

En su intervención, que no tiene la misma relevancia política de los discursos de su antecesora, Maria Antònia Munar, debido a la pertenencia de esta última a una formación nacionalista, Armengol señalaba que «la corrupción no puede encontrar atajos, porque contribuye al alejameinto de los gestores públicos y la ciudadanía». Reflexión muy pertinente que debería tomar en cuenta toda la clase política para evitar que se reproduzcan casos como los que están siendo investigados por jueces y tribunales.

También acierta la presidenta cuando plantea que debe seguir avanzándose en dotar de mayor autonomía a los consells y los ayuntamientos, una asignatura aún pendiente que contribuiría en gran medida a aproximar aún más la Administración a los ciudadanos.

No faltó la referencia a la crisis económica y a un necesario cambio de modelo que implica necesariamente la labor de toda la sociedad.
Quiso también referirse al crimen cometido por la banda terrorista ETA y señaló que la sociedad mallorquina «ha sabido estar a la altura de las circunstancias». Y mostró su confianza al asegurar que «juntos superaremos la crisis, como este verano hemos superado uno de los peores momentos de nuestra historia más reciente».

Fue un acertado discurso institucional con un correcto análisis de la situación. Lo más difícil, como es lógico, es caminar en la dirección correcta para avanzar y alcanzar el necesario objetivo de superar las dificultades que estamos atravesando.