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«La alcaldesa presumiendo del aumento de kilómetros de carril bici y nosotros sufriendo las consecuencias y además pagando los impuesto religiosamente», era la llamada de un vecino de Ciutat a nuestro teléfono de quejas ciudadanas. Las últimas actuaciones sobre las Avenidas para implantar el carril bici ha sido la gota que ha colmado el vaso de los ciudadanos que ven como para recorrer unos cientos de metros se ven obligados a circular en fila de a uno y soportar colas que antes sólo se producían de forma esporádica o cuando había una situación de fuerza mayor. La puesta en funcionamiento del tramo de Comte de Sallent y de las Avenidas en general están provocando retenciones de tráfico que jamás se habían producido y que en lo sucesivo serán habituales y que pueden empeorar si al final se lleva adelante el famoso proyecto del tranvía. Los conductores, además de ver como sus desplazamientos se relentizan, tienen que sufrir ahora la presión de la Policía Local multando a todo aquél que invade el carril para el transporte público como está pasando desde hace unos días.

Además, a las obras del carril bici, hay que añadir las muchas actuaciones del Plan-E que se encuentra ahora en su máximo esplendor y que tiene media Palma patas arriba con las muchas molestias que origina, no sólo a los automovilistas, sino a los propios peatones que apenas tienen por donde caminar.

Cansados, impotentes o simplemente resignados son las palabras que mejor resumen la situación que viven los vecinos y comerciantes de la calle Blanquerna con las obras que se están realizando en la calle, y adyacentes, desde el pasado mes de mayo. «Y lo peor "comentan" es que no sabemos cuándo terminarán y volveremos a la normalidad, algo que es muy necesario después de meses de vivir entre vallas, zanjas, maquinaria haciendo ruido a todas horas y polvo, mucho polvo, tanto que es imposible abrir las ventanas incluso en estos meses tan calurosos. Y lo peor no parece haber terminado ya que son todavía muchas las actuaciones que se tienen que llevar a cabo durante los meses que restan de trabajos. Parece interminable».

«Entre la crisis y las obras hemos perdido más de un cincuenta por ciento de ingresos "nos dicen los dueños de los negocios" , la temporada de primavera fue mala, el verano ha sido aún peor y seguro que el otoño no será diferente. Tal y como se encuentra la calle es difícil conseguir que la clientela se acerque por los establecimientos para hacer sus compras. Se hacen las estrictamente las necesarias para el día a día».

Los vecinos parecen no estar tan preocupados por las consecuencias de las obras, pero sí lo están por el resultado de las mismas. «Veremos cómo termina todo, de momento sólo nos queda esperar para ver el resultado, a lo mejor resulta que la calle queda maravillosa y el barrio sufre una gran transformación. Hay que ver cómo se podrá conjugar la falta de aparcamiento, la zona peatonal y el carril bici, quizás eso sea la gran incógnita. Algo que hasta el final de las obras no podremos valorar, mientras tanto lo único que nos queda es resignarnos».