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Una funcionaria de la Conselleria de Presidència toma el sol en la playa de Palmanova. Disfruta de un magnífico día: quizás, demasiado calor. El termómetro casi llega a los 35 º ese 30 de julio. Poco después de la una del mediodía, su corazón y el de todas las personas a varios kilómetros a la redonda, dan un vuelco al escuchar una tremenda explosión. Al momento llama a su lugar de trabajo. Nunca ha oído una detonación tan potente y está casi segura de que ha sido una bomba. El jefe de Gabinete de Francesc Antich recibe la noticia y entra en el despacho del president. Éste abandona el despacho del Consolat de la Mar con sus peores presagios en la mente. Antes llama al delegado del Gobierno, Ramon Socías, para comunicacarle que ha habido una explosión en Palmanova y que puede que sea un atentado. Socías se encuentra en su despacho y llama al Cos de la Guardia Civil. Los hechos son tan recientes que ni la propia Benemérita sabe aún nada. A través del 112 se confirma que ha habido una explosión y a los pocos minutos la Guardia Civil le informa que la bomba ha afectado a un vehículo de la Guardia Civil. Socías tiene que esperar unos minutos para poder salir de la Delegación del Gobierno porque pocos minutos antes de recibir la llamada de Antich ha dicho a su chófer que se podía ir a su casa, algo habitual durante el verano.

Ya en ruta, Socías contacta con el Ministerio del Interior para informar de los hechos conocidos hasta el momento. También desde su coche habla con el jefe superior de Policía, Bartomeu Campaner, para que se cierren los puertos y el aeropuerto. Basilio Sánchez Rufo, coronel de la Guardia Civil y máxima autoridad de la Benemérita en Balears, se encuentra en Cantabria participando en unas jornadas sobre seguridad. Recibe la noticia, va al hotel a recoger sus pertenencias e inmediatamente coge un avión con destino a Palma.

En Palmanova en esos momentos el panorama es desolador. Antich y Socías visitan el lugar del atentado. Es el día más duro de sus vidas. Nunca hubieran pensado que ETA se atrevería a atentar en Mallorca en pleno verano con parte de la Familia Real en Mallorca y los Reyes a punto de iniciar sus vacaciones en la Isla. A Socías le informan de que la novia de uno de los dos guardias civiles asesinados está en el lugar. Con la confusión del momento, el delegado del Gobierno cree que se trata de la pareja de Carlos, el guardia natural de Burgos, pero luego le confirman que se trata de Vanessa, la novia de Diego Salvà, nacido en Pamplona pero que vive en Mallorca desde los dos años. Su padre, el reconocido urólogo Antonio Salvà, está en Eivissa. Socías le llama al móvil pero éste está apagado. Por fin consigue contactar con él y le da la pésima noticia y su más sentido pésame. Para que pueda volver cuanto antes a Mallorca, se pone a su disposición un helicóptero. .A media tarde llegan a Palmanova la ministra de Defensa, Carme Chacón, y el titular de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, quien se esfuerza en intentar animar a un abatido Francesc Antich, que tiene la mirada perdida. Chacón quiere ir por la noche al domicilio de la familia Salvà en el Paseo Mallorca para darle el pésame. La familia agradece su buena intención pero declina el ofrecimiento. Sin embargo, multitud de amigos de la familia suben hasta el cuarto piso para expresar sus condolencias.

En Delegación de Gobierno y en el Palau de l'Almudaina se trabaja a un ritmo frenético prácticamente toda la noche preparando las honras fúnebres del día siguiente.

La búsqueda de los asesinos disfrazados de turistas lleva en marcha ya unas horas, pero a pesar de que no se hace público, se tiene a las pocas horas la certeza de que los autores del atentado ya no se encuentran en la Isla. Eso sí, nadie duda de que más pronto que tarde serán detenidos.