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El análisis de la situación de la economía española realizado por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no se ha apartado del discurso repetido desde el comienzo de la recesión. Primero negó su existencia, luego consideró que eran leves turbulencias, después que tendría una duración muy corta y, ahora, que ya ha pasado pero que todavía quedan «meses difíciles» por delante. Resulta difícil encontrar un dirigente occidental con un discurso tan alejado de la realidad en materia económica, en especial cuando todos los indicadores son negativos y las cuentas del Estado adelgazan a pasos agigantados para atender la creciente demanda de ayudas sociales.

La visión idílica del presidente Rodríguez Zapatero en materia económica se acaba dando de bruces con una tasa de desempleo que, durante este próximo otoño, puede acercarse a los cinco millones de parados. En este contexto parece razonable que el Gobierno estudie algunas modificaciones en materia fiscal o en las ayudas que en estos momentos está ofreciendo de manera indiscriminada, las cuales ya fueron criticadas en su momento. Es posible que la crisis esté tocando fondo y que en algunos países de la Unión Europea "Alemania y Francia" se pueda hablar de inicio de la recuperación, pero lo cierto es que todos los analistas coinciden en advertir que España será uno de los últimos países en recuperar la actividad económica y, en consecuencia, reducir el paro.

Puede ser comprensible que desde la responsabilidad de presidente, Zapatero trate de insuflar optimismo a la economía española, pero todo indica que ésta precisa de bastante más que buenas palabras. Necesita una política económica adecuada.