La pequeña Sofía le indica a sus padres la estatua humana vestida de indio, que tanto le llamó la atención. Foto: JULIÁN AGUIRRE

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Poco después de las once de la mañana de ayer, asiduos del Parc de la Mar y turistas que a esas horas andaban por él, se sorprendieron de ver, primero, a tropecientos fotógrafos y cámaras de televisión alineados a mitad del paseo, junto al lago, esperando algo, y poco después, a ese algo, que no era otra cosa que los príncipes de Asturias y sus hijas, la infantas Leonor y Sofía, paseando distendidamente.

 

Los cuatro, vestidos con atuendos muy veraniegos, avanzaban sin prisas. A la infanta Sofía le llama la atención una estatua humana, concretamente un indio americano que contemplaba sin pestañear, completamente estático, cuanto sucedía frente a él. Doña Letizia se detiene, se agacha un poco y les habla. Seguramente les explica quién es el indio y qué hace ahí. A la altura de los fotógrafos, se detienen. Don Felipe y su esposa muestran a las niñas la Seo, luego les dicen que saluden. El Príncipe alude al día caluroso que estamos sufriendo.

 

A todo esto, los curiosos que merodean por el lugar, extranjeros en su mayoría se acercan, y al reconocerlos, les saludan; luego, algunos les piden hacerse una foto a su lado. No hay problema. Aparte de que todo está controlado, don Felipe y doña Letizia hablan con todos; permiten que les hagan fotos cuantas veces se lo solicitan; incluso una vez, él hace una foto a una señora con su esposo. Nos recuerdan a don Juan Carlos, en Valldemossa, cuando invitó al presidente Clinton a sumergirse con él entre la multitud

Desde nuestro observatorio intuimos imágenes quietas y en movimiento, que momentos después comenzarán a dar la vuelta al mundo. Unas imágenes que van a dejar en segundo plano a las del atentado terrorista -y mortal-, promovido y ejecutado por ETA, el pasado jueves; unas imágenes que no podrán borrar ni dejar en el olvido a aquellas, pero que destilan, sobre todo, tranquilidad y normalidad, además de cercanía de los Herederos de la Corona hacia el pueblo llano.

 

Unas imágenes que confirman el dato de que cada vez el Rey delega más en los Príncipes, y que ellos aceptan con grado dicha delegación y, encima, lo hacen bien.