Miles de personas llegadas de toda la Isla participaron en la animada fiesta.

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Nunca se había vivido nada igual. Todas las previsiones se quedaron cortas a la hora de estimar el número de personas que acudirían al simulacro de la Batalla de Moros y Cristianos, que este año cayó en domingo. Miles de personas venidas de toda la Isla no quisieron perderse la fiesta más popular y querida de los pollencins.

 

Eran alrededor de las siete de la tarde cuando Joan Mas, este año encarnado por Pep Martorell, alias Trompeta, avisó a todos los vecinos de Pollença de la llegada de los corsarios para que se prepararan para la cruel batalla con el famoso grito: «Mare de Déu del Àngels assistiu-nos! Pollencins, alçau-vos! Els pirates són aquí!» Como si de un elixir frenético se tratara, encendió las pasiones y los ánimos de lucha de todos los cristianos allí congregados. Al otro lado, Dragut, representado por Antoni Cànaves y acompañado por el almirante barbarroja y su lloctinent esperaban deseosos el inicio de la sanguinaria batalla para ir a degüello con todos ellos.

 

El contraste era evidente, los cristianos en minoría intentaban defender su tierra, su dinero y sus mujeres vestidos con ropa de cama y armados, tan sólo, con barres, remos, tridentes y con su fuerza de voluntad. Los moros con sus espadas por bandera intentaron acabar con toda la esperanzas de los mallorquines.

 

La batalla, que rememora el ataque de los moros que se produjo el 31 de mayo de 1550, se inició en la Plaça de l'Almoïna y se extendió por todas las calles del pueblo hasta llegar al campo de fútbol. Durante dos horas Pollença se trasladó al siglo XVI y lo único que importaba era poder ganar al corsario Dragut y a sus 1.500 hombres. Pese a que los Cristianos estaban en minoría y no disponían de armas para acabar con los invasores, se alzaron con la victoria. Una victoria con sabor agridulce debido al gran número de bajas que vivió el bando de Joan Mas. El líder de los cristianos, una vez terminada la batalla, se paseó con la bandera de los moros en mano por todo el campo de fútbol para dar fe de la victoria y animar a los supervivientes.

 

Los cristianos que sobrevivieron, encabezados por Joan Mas, se dirigieron al templo parroquial, donde entonaron el Tedéum de mossèn Miquel Tortell en honor a su patrona, la Mare de Déu del Àngels, y dieron el punto y final al simulacro de este año. Habrá que esperar 365 días para que las calles de Pollença se vuelvan a llenar de gente, color y pasión.

 

Aunque el plato fuerte de la fiestas fue por la tarde, durante la mañana también se congregó mucha gente, ya que se celebró el Ofici Major en la Iglesia parroquial, donde els cossiers realizaron el tradicional baile de l'Oferta.