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El llanto estremecedor de una de las madres en la capilla ardiente de los dos guardias civiles asesinados por ETA instalada en La Almudaina mientras el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, les imponía la medalla de oro de la Guardia Civil a título póstumo queda como el testimonio vivo del dolor provocado por el atentado que ha conmocionado la sociedad balear y en especial la mallorquina. La respuesta a las concentraciones y la manifestación convocada en Palmanova, cerca del cuartel donde los agentes prestaban sus servicios, dan prueba del rechazo unánime de la mayoría de los ciudadanos a la violencia etarra.

Cabe destacar las numerosas concentraciones realizadas en el resto de España de repulsa al atentado de Palmanova y la presencia en Palma de las máximas autoridades del País Vasco, una delegación encabezada por el lehendakari Patxi López y la presidenta del Parlamento vasco, Arantza Quiroga. El viaje del presidente Zapatero junto con el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, también ha servido para escenificar la unidad de las principales formaciones políticas del país en la lucha antiterrorista. También hay que resaltar la amplia representación de la Familia Real encabezada por los príncipes de Asturias.

El espectacular despliegue policial que se puso en marcha tras el estallido mortal de la bomba de Palmanova no ha permitido, por el momento, detener a los presuntos autores de los asesinatos, pero tarde o temprano los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, con la necesaria colaboración ciudadana, lograrán poner a los responsables a disposición judicial para que paguen con una larga condena de prisión su horrible crimen. Estén o no en Malorca, serán detenidos. No nos cabe ninguna duda.