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En un ambiente de dolor e indignación, los príncipes de Asturias presidieron ayer al funeral de los dos guardias civiles celebrado en la Seu de Palma, donde las autoridades civiles, militares y familiares dieron el último adiós a Diego Salvá y Carlos Saenz de Tejada, los dos agentes asesinados el jueves en Palmanova por la banda terrorista ETA.

El acto religioso contó con la asistencia de los duques de Palma, de la infanta Elena y del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, así como el lehendakari vasco, Patxi López, el president del Govern, Francesc Antich; el delegado del Gobierno, Ramon Socías; la presidenta del Parlament, Maria Antònia Munar; la alcaldesa de Palma, Aina Calvo; y la presidenta del Consell, Francina Armengol.

Autoridades civiles y militares
Además, una nutrida representación de autoridades militares asistieron al funeral de los dos fallecidos. José Julio Rodríguez, jefe del Estado Mayor de la Defensa; Fulgencio Coll, jefe del Estado Mayor del Ejército; y José Jiménez Ruiz, jefe del Estado Mayor del Ejército del Aire, entre otros, dieron el último adiós a los dos agentes asesinados por ETA. Asimismo, la cúpula de la Guardia Civil en Balears, con el coronel Basilio Sánchez Rufo y el teniente Jaume Barceló, encabezaron una nutrida representación formada por cientos de agentes y compañeros de las dos víctimas de la barbarie etarra.

Antes de que diera comienzo la ceremonia religiosa, Felipe y Letizia dieron el pésame a los desconsolados familiares de Carlos y Diego. Las familias de los dos agentes asesinatos acompañaron los féretros de los dos agentes muertos en Palmanova desde la Almudaina, donde estaba instalada la capilla ardiente, hasta la Catedral.

Miembros de la Guardia Civil, militares y agentes de la Policía Nacional llevaban sobre sus hombros los ataúdes de Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvà. Durante el recorrido por el pasillo central de la Seu, los asistentes no dejaron de ovacionar a la Guardia Civil. «Viva la Guardia Civil», repetían los asistentes, que aplaudieron insistentemente cada vez que compañeros de los dos agentes fallecidos llegaban a la Catedral. «Animo, sed valientes. No estáis solos. Contáis con nuestro cariño», dijo alguien desde el público mientras muchos agentes no podían reprimir las lágrimas y los familiares de las víctimas se consolaban entre ellos al concluir el funeral.

En la homilía, el arzobispo castrense Juan Del Río recordó a los agentes «asesinados vilmente por la hiriente crueldad de la salvaje estrategia terrorista de ETA, una organización que intenta amedrentar y someter a los españoles a su totalitarismo, intrínsecamente perverso y nunca justificado».

«No debemos dejarnos caer en el desánimo», pidió Juan Del Río durante la ceremonia. El arzobispo castrense intentó consolar a los familiares de los dos agentes asesinados. «No tenemos una fórmula para devolveros a los muertos. Agarraros a Jesucristo», pidió.