TW
0

Miércoles -ayer-, 10.20 de la mañana. El motorista Dani Pedrosa y su mánager, Alberto Puig, llegan al Calanova. Aparcan y, cuando van a bajar por la escalera, dos escoltas de la Familia Real le piden hacerse una foto, a lo cual él accede gustoso. Una vez en el restaurante del Club Calanova se sientan y toman algo. A poco llegan la reina doña Sofía, su hija, la infanta doña Cristina, con la gente menuda de Marivent, que está asistiendo a los cursillos de vela.

Sobre las once, Pedrosa y su mánager abandonan las instalaciones del Calanova y, en coche, se dirigen al Club de Mar. Compran algo en el súper y se dirigen al barco. Al poco tiempo se hacen a la mar y regresan horas después.

A mediodía, las Infantas, a bordo de la Somni, también se hacen a la mar. Tres colegas salen tras ellas. A ver si tienen más suerte que en la víspera, que en dos ocasiones estuvieron a punto de hacerles fotos en sendas calas, pero los escoltas no se lo permitieron. ¿Por qué? ¿No es la cala de todos?

Tras regresar de la mar, Pedrosa y Puig almuerzan y descansan un poco, y a la cinco de la tarde y dos minutos, abandonan la casa donde viven. Montan en bicicleta y van vestidos como si de dos ciclistas se trataran. Pedrosa con gafas y casco reglamentario. Puig, sin casco. En apenas unos minutos están en Marivent, y cuando llegan al semáforo que controla el paso entre la carretera por la que circulan y la autopista, se lo saltan. Una vez en el Paseo Marítimo, se dan cuenta de que les seguimos. Ahora vamos delante de ellos. Mientras Pedrosa pedalea bajando la cabeza, Puig se acerca a nosotros y nos invita a que les dejemos en paz. «Entienda que estamos haciendo nuestro trabajo. Unas fotos y nos vamos», le decimos. «Entienda que él está cansado de que siempre le estén haciendo fotos», responde. «Se las hacemos por ser quien es, que si no fuera así, no se las haríamos. Además, ¿qué mal tiene que hagamos una foto de alguien, como Pedrosa, que se recupera de su lesión pedaleando en Mallorca? Puig no hace caso, vuelve a pedalear con fuerza buscando ponerse a la altura de su pupilo, dejándonos con la palabra en la boca. En dos ocasiones circulan por encima de las aceras, que no sobre el carril bici. A la altura de la Avenida Argentina, nos despistan. Da lo mimo. Todo lo que sale, entra, y en la entrada de casa les estamos esperando, aunque por otra parte nuestro trabajo ya está hecho.

Jamás entenderemos según qué comportamientos. ¿Qué problema hay con que hagamos unas fotos como éstas, que muestran como un deportista de élite recupera su buena forma? Porque si Pedrosa fuera nadie, seguro que no hubiéramos ido tras él, como ayer.

Pedro Prieto

Foto: Julián Aguirre