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Es una costumbre y una tradición filipina. Quizás heredada de los españoles. Es la fiesta que ellos llaman Debut, cuando una chica cumple los 18 años (aquí, hace años, se llamaba la fiesta de puesta de largo). Así lo celebró Ana Romina Cantano Dombrigue, hija de padres filipinos, Hilario y Elsa. El tradicional acto se celebró en un hotel de Palma, al que asistieron sus abuelos, también filipinos, y cerca de 150 personas entre parientes y amigos. La mayoría jóvenes y de nacionalidad filipina. «Esta fiesta es de las más importantes en nuestro país», dice su madrina, Carolina.

Después de la cena, a la que asisten todos los invitados, a excepción de la chica que cumple sus 18 años, empieza la ceremonia tradicional filipina del Debut. Un séquito compuesto por 23 padrinos y madrinas acompaña la entrada en el salón de la reina de la fiesta. Ana va a acompañada del 'consorte', que suele ser un amigo o pariente de la debutante. En primer lugar Ana baila con todos los padrinos. Seguidamente se apagan las luces y el consorte enciende las velas a todos los padrinos. Se encienden las luces y Ana recibe 18 velas y 18 rosas que le entregan sus amigos. En una mesa lateral hay una tarta y 18 rosas que previamente le habían regalado sus amigas. Se proyecta un resumen de la vida de Ana, desde que nació hasta hoy. Vienen luego los discursos y los bailes. Primero con su padre, con sus hermanos y por último con su madre. Hilaro y Elsa, que llevan 28 años en Mallorca, desearon a su hija, ante todos los presentes, en tagalo, lengua que se habla en Filipinas, lo mejor, «que estudies una carrera "dijo su padre", que busques trabajo, gana dinero y después que nos cuides como te hemos cuidado nosotros». Su madre, Elsa, entre otras cosas, agregó: «Te queremos sin condiciones y mil gracias por tenerte». Una fiesta de tradición filipina que, sin lugar a dudas, recordará Ana toda su vida. lMateo Cladera
(texto y fotos)