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Miguel Puigserver dirige una agencia familiar mallorquina consignataria de buques fundada en tiempos de la navegación a vela, constituye un testimonio vivo de la evolución que ha experimentado la consignación marítima desde entonces.

«Los cambios que han sufrido los buques y las comunicaciones durante el último siglo permiten hablar de dos mundos distintos, el de antaño y el actual» asegura, al rememorar sus recuerdos de niño a bordo de los trasatlánticos que fondeaban en la bahía. Su agencia fue fundada en 1876 por Gabriel Mulet, quien fue presidente de la Junta del Puerto entre 1917 y 1922. Su labor como ahora, consiste en realizar el papel de intermediario en nombre de la naviera a la hora de prestar servicios al buque, su tripulación y pasajeros durante el tiempo que dura su estancia en puerto. También es el depositario de la mercancía.

«La legendaria compañía inglesa P&O trabaja con nosotros desde los tiempos del imperio. Todavía conservo las cartas ya históricas que enviaba el capitán antes de llegar a puerto. Entonces todo se rodeaba de un protocolo especial. El capitán era el dueño y señor del barco, mientras que ahora quien impone su autoridad es el director de crucero. Ahora los barcos son hoteles flotantes y a bordo han cambiado muchas cosas», indica.

Así, durante décadas los «liners» se dividían en varias clases y en Palma no atracaron en el muelle hasta los años 60, considerada la época dorada. «Mallorca se encontraba en el camino de las líneas marítimas de Oriente a su paso por el Mediterráneo y ya en los años 30 se registraban más de 90 visitas. En los 60 se superaron con creces las 250».

A veces incluso se producían accidentes, como el que sufrió en 1973 el trasatlántico Chusan al chocar con el vapor Mallorca en la bocana del Dique del Oeste. «El litigio ha durado casi cuarenta años y al final cada parte ha debido pagar lo suyo. Recuerdo que de niño, a bordo de aquel barco inglés que poseía un gran arrufo o curvatura, había una via de agua que mantenía el centro del pasillo inundado. Entonces, un marinero me tomó en brazos para vadearlo. Ahora esto es impensable.» Puigserver remarca la resposabilidad que atañe al trabajo de la consignación de buques. «A veces hay que gestionar la hospitalización de algun pasajero y se han dado casos de algunos que embarcaban con el propósito de morir a bordo. Las visitas en tierra se prolongaban largas horas pero ahora todo gira en torno al negocio en el mar.»

Gabriel Alomar