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GABRIEL ALOMAR Cabrera fue escenario ayer del acto de homenaje a las tropas imperiales francesas cautivas en la isla durante la Guerra de la Independencia. La ceremonia se desarrolló frente al monolito en su memoria levantado por el príncipe de Joinville en 1847 y contó con la presencia de un piquete del Regimiento de Infantería Palma 47 con uniforme y armamento de la época, un piquete de la Armada francesa y otro de la Armada española frente a frente. Una salva de homenaje tras el himno a los caídos cerró el acto que contó con la presencia en el interior del puerto de Cabrera de los cazaminas Tajo (español) y Capricorne (francés), los cuales permanecieron fondeados enarbolando sus respectivos pabellones.

Con esta iniciativa a cargo de la Comandancia General de Balears se ha querido zanjar uno de los episodios más luctuosos de la historia militar entre los dos países, aprovechando las excelentes relaciones actuales. Al acto asistieron, trasladados en helicóptero, el conseller de Presidència, Albert Moragues; la presidenta del Parlament, Maria Antònia Munar; el delegado del Gobierno, Ramón Socías; la alcaldesa de Palma, Aina Calvo; el consejero ejecutivo de presidencia del Consell de Mallorca, Cosme Bonet; el director del Parc Natural, Jorge Moreno; y el cónsul honorario de Francia, Michel Magnier.

Entre las autoridades militares asistieron el jefe de la UME, teniente general, José Emilio Roldán, el agregado de Defensa de Francia, capitán de navío Olivier Debray, y el comandante general de Balears, Juan C. Domingo Guerra.

Los hechos históricos acontecieron tras el resultado adverso de la batalla de Bailén como consecuencia de la capitulación de Andújar, el 12 de julio de 1808. A partir de mayo de 1809 empezó el traslado de las tropas napoleónicas, en unas cifras que oscilan, según los diversos historiadores, entre 9.000 y 13.500 soldados. Debido a las condiciones de vida y el hambre, más de 3.000 murieron en la isla, en un calvario que se prolongó por espacio de cinco años. Los que sobrevivieron fueron entregados a Francia el 16 de mayo de 1814. A principios del siglo XX, España devolvió a Francia los restos de los fallecidos.

En abierto contraste a estos acontecimientos, el comandante general de Balears destacó que «Francia y España son hoy dos naciones amigas y aliadas, miembros relevantes de organizaciones que defienden intereses comunes en la construcción de una Europa cada día más unida». Realidad actual que también destacó Michel Magnier y recalcó Ramon Socías, quien incidió en el carácter de acto de justicia ante la muerte de los confinados, solos y lejos de su país. Con esta emotiva ceremonia finalizaron los actos conmemorativos del Bicentenario de la Guerra de la Independencia.