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En la historia del ferrocarril de Mallorca, 2010 constará como el año en que, por fin, se puso en marcha la electrificación de la línea Palma-Inca. Y es que en comparación con otras comunidades autónomas, se ha tardado bastante en electrificar la línea de pasajeros más importante de la Isla.

El próximo año, llegarán a Mallorca los trenes eléctricos que modernizarán de forma espectacular el parque móvil ferroviario. La Isla no ha sido prolija en la renovación de trenes, pero tiene una historia nada despreciable.

En 1875, la primera línea ferroviaria Palma-Inca comienza a funcionar con locomotoras de vapor limitadas a la medida del ancho de vía de yarda inglesa. Salvo el tranvía de Palma al puerto, que se explotó con tracción animal, el resto de líneas que se fueron abriendo funcionaron con las locomotoras de vapor hasta principios del siglo XX. En 1926 comienza el proceso de modernización. La Primera Guerra Mundial provocó la subida del carbón y se inició la búsqueda de un medio más económico. Se compra entonces el primer automotor de gasolina de la casa francesa Berliert. En realidad no funcionaron muy bien, pero aún se compraron tres más.

Cinco años después, en 1931, llegaron los Dion Buoton, también automotores de gasolina. Eran más grandes y lo bueno que tenían era que podían arrastrar hasta dos coches de pasajeros. De todas formas, no fueron suficientes para sustituir a todas las locomotoras, de tal forma que convivieron los dos tipos de trenes.

En los años treinta, los planes de modernización de los trenes se van al garete con la Guerra Civil. Entonces, la yarda inglesa sí se convierte en un verdadero problema para la renovación, porque no se puede comprar material de segunda mano de la Península. En este periodo de tiempo, todas las líneas pasan a depender del Estado, salvo el ferrocarril de Sóller.

El caso es que en 1953, el Ministerio de Obras Públicas promulga una ley para ayudar a las líneas de tren de vía estrecha. Llegan entonces los primeros automotores Ferrostahl, construidos en Alemania. Era el año 1956. Más tarde, se construirían también en el País Vasco.

No es hasta principios de los años 60 que desaparecen los trenes a vapor. «Algunos funcionaron hasta casi 90 años», explica Carlos Olmo, experto en la historia del tren en Mallorca.

Las locomotoras Creusot llegan en 1959. Para entonces, el cambio de gasolina a diesel ya se ha producido. Estos trenes también generaron problemas porque se dio la paradoja que eran nuevos y que no había personal cualificado para arreglarlos.

En los años 70, las Creusot realizaron los últimos servicios. Y, a partir de entonces, quedan los Ferrostahl en exclusiva para pasajeros. Coincide este periodo con la decadencia del ferrocarril y el cierre de muchas líneas. «Son años de dejadez total», indica Olmo.

En los ochenta, FEVE habilita una partida para cambiar el ancho de la vía de la única línea de la Isla que queda abierta y que es competencia del Estado: Palma-Inca. No se trae material nuevo, pero se renuevan los Ferrostahl. Se cambian los motores originales por pegasos. Funcionan hasta 1991, en que FEVE trae más trenes, pero de segunda mano. Se trata de cuatro automotores MAN y, en 1993, llegan más. Éstos tienen más potencia y son más largos. En definitiva, más modernos y más cómodos.

En 1993, las competencias pasan del Estado a la Comunidad y la primera consecuencia es la compra de los automotores CAF, que entran en servicio en 1995. Entonces se produce la retirada total de los Ferrostahl, que se venden a Argentina.

Los MAN funcionaron con los CAF hasta 1997, en que se retiran definitivamente los primeros. En la actualidad, los CAF diesel de las líneas ferroviarias tienen los días contados. En 2006, con el metro, llegan los primeros trenes eléctricos a la Isla. Y en 2010, con la electrificación de la línea Palma-Inca, llegarán 11 unidades eléctricas más. Son CAF y se construyen en el País Vasco.