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L.MOYÀ El tranvía de Tenerife se puso en marcha en junio de 2007 tras siete años de intensos trabajos. Las obras duraron tres años, pero los trámites para poder iniciarlas se alargaron durante otros cuatro. La Conselleria de Mobilitat del Govern ha escogido ese proyecto como base de su propuesta de tranvía. ¿Los motivos? Las similitudes entre las dos propuestas (prácticamente el mismo recorrido, un territorio insular y una ciudad con casi la misma población) y un modelo de sociedad explotadora que se quiere imitar (una sociedad de mayoría pública, pero con capital privado).

Sin embargo, poner en marcha el tranvía que une Santa Cruz con la Laguna no fue fácil. «La gente criticó la iniciativa, sobre todo porque la línea unía los centros neurálgicos de las dos ciudades, lo que provocó quejas de los vecinos y de los comerciantes», recuerda Nicolás Vizoso, del periódico El Día. Almudena Sánchez, de Canarias 7, apunta otro factor conflictivo: «El temor de los conductores de autobuses y taxis a perder pasajeros». A nivel social, «se creía que se solucionaría los problemas de tráfico, algo que no ha sucedido».

A pesar de los problemas, la iniciativa ha calado entre los tinerfeños. Cada día lo utilizan 50.000 pasajeros y, desde su inauguración hace dos años y medio, lo han usado cerca de 20 millones de usuarios. «Ha tenido bastante éxito», asegura Vizoso.

Antoni Verger, director general de Mobilitat, apunta el éxito del proyecto para que el tranvía de Tenerife inspire el de Palma. «Se cambió la circulación de las dos ciudades, incluidas grandes avenidas y calles principales, lo que provocó críticas y polémicas». No obstante, «los coches se reubicaron» a pesar de las restricciones impuestas. «Se trata de un proyecto permeable, con raíles que los vehículos pueden atravesar y semáforos que regulan el tráfico», es decir, la misma idea que quiere aplicarse en Palma.