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El Partido Socialista de Euskadi (PSE) y el Partido Popular del País Vasco han mantenido el primer encuentro formal tras las elecciones autonómicas del pasado 1 de marzo. Aunque no se ha producido ningún acuerdo formal, los conservadores han ofrecido un pacto que garantizaría la estabilidad de un gobierno presidido por el socialista Patxi López, el cual se convertiría en el primer lehendakari no nacionalista, después de 30 años de hegemonía del PNV.

Todos los indicios apuntan a que tanto los socialistas como los conservadores no quieren dejar pasar la oportunidad de desbancar al PNV de Ajuria Enea. La reacción de Ibarretxe "anunciando que el PNV seguirá gobernando el País Vasco desde donde sea (incluso desde la oposición)" pone de manifiesto que se avecina una legislatura dura y en la que no resulta difícil adivinar la radicalización de los partidos nacionalistas para tratar de captar apoyos entre el electorado que ha quedado huérfano de representación parlamentaria y que, casi con total seguridad, le hubiera garantizado la continuidad al frente de la autonomía vasca.

La eventual alianza de socialistas y conservadores es legal, legítima y excepcional, como excepcional es la situación en el País Vasco. El PP podría limitarse a dar apoyo exterior a López, aunque ello plantea algunas dudas sobre la orientación real de la política vasca durante los próximos años respecto a la profundidad de los cambios que se necesitan introducir para 'normalizar' "otros hablarían de 'constitucionalizar'" las relaciones políticas y sociales en el País Vasco, las cuales "no puede negarse" están muy marcadas por la presión de los violentos.