Es bonito verlos cada día: discretos, pero muy enamorados y felices.

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Se llaman Francisco Capó, nacido en Búger, y Margarita Torres, de Valldemosa. Viven en la residencia de la Bonanova. Él es divorciado desde hace unos pocos años, tras haber estado casado durante 42 años, y ella viuda desde hace 30. Él se ganó la vida como tratante de ganado. «Trabajé desde que tenía 17 años, cuando el antiguo matadero estaba cerca de la Cruz Roja». Ella se casó y emigró con su marido a Uruguay, como otros valldemosines, «donde vivimos muchos años».

Francisco y Margarita son novios casi desde el mismo momento en que se conocieron, de lo cual hace unos catorce meses. «Al tercer día de estar aquí», afirma él.

«Sin duda fue un flechazo, ya que nos gustamos desde el primer momento», señala ella.
Desde entonces no se han separado. Él vive en una habitación y ella en otra. «A las diez y media en punto de cada mañana, la voy a buscar -dice Francisco-. Y el resto de día estamos juntos. Y como tengo coche, algunos días salimos dos horas, o más, a dar una vuelta y comer por ahí».

Ambos coinciden en que una persona se puede enamorar a cualquier edad. «¿Y por qué no a los setenta? -se pregunta él-. Ya nos ve a nosotros...» «¿Por qué no poder compartir la soledad que nos ha tocado vivir?», apunta Margarita.

Francisco, que se está tomando un cortado y que de vez en cuando le da una calada a un pequeño puro, está muy atento a lo que dice su amada. «Me he enamorado de ella por su bondad. Es una mujer muy discreta, que sabe estar y que me quiere... ¿Qué mas puedo pedir...?» Antes de que llegara ella, me había dicho que el Día de los Enamorados le regalaré una sortija. Buen regalo, le digo: un sortija es signo de unión. Ella, por su parte, dice que le regalará un beso «muy grande y muy sincero».

Él no habla de su familia; ella, sí. «Están encantadas con él», dice.
A decir verdad, les iba a pedir que se dieran un beso, pero no hace falta. Se lo dan sin más, de forma espontánea. ¿Y por qué no, si se quieren, si están enamorados...?

Que nadie, pues, pierda la esperanza. Es posible enamorarse en el otoño de la vida, vean, si no, a Francisco Y Margarita. ¿Planes de boda? «¿Por qué casarnos si así somos felices?», dice él. Pues eso, que por muchos años. ¡Feliz San Valentín! lPedro Prieto
Fotos: Julián Aguirre