El faro se encuentra ahora en medio de una explanada.

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Empezaba el año de 1909 cuando el puerto comercial de Palma inauguraba el que con el tiempo se convertiría en su símbolo arquitectónico: El faro de la Riba.

Elemento culminante del célebre paseo erigido a su vez y demolido sesenta años más tarde, su estampa ha enmarcado los últimos cien años de vida portuaria. Testigo pétreo de la enorme transformación sufrida por el puerto de Palma, en su momento su luz fue esencial en el entorno portuario. Ahora, perdida su función original, es su emblema. La Autoritat Portuària ha destinado 15.000 euros a su restauración, consistente en la limpieza de la fachada, la sustitución de persianas y la reposición de barandas con los moldes originales.

La construcción del faro de la Riba culminó la remodelación de los muelles comerciales iniciada a principios de siglo. El faro mantuvo hasta los años 70 su función portuaria consistente en señalizar la bocana de los muelles comerciales y representó para sucesivas generaciones de ciudadanos un elemento entrañable. Su ubicación, al final del paseo, constituía el punto de referencia para todos los palmesanos que entre 1909 y 1969 disfrutaron del desaparecido punto de encuentro, como prolongación natural del Born. Seis décadas en que el puerto de Palma permaneció abierto a la ciudad. Desde aquel entonces, la transformación del contexto portuario ha sido radical. El muelle donde se asentaba el faro junto con la escollera ha sido ampliado en sucesivas fases. Unas obras a principios de los años 80 afectaron al propio faro, que tuvo que ser desmontado piedra a piedra y reconstruido en su emplazamiento centrado del testero. Lugar que ahora preside. En un futuro podría centralizar la prevista zona de ocio portuaria. lGabriel Alomar
(texto y fotos)