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La Comisión Europea, en concreto su comisario de Economía, el español Joaquín Almunia, ha dado a conocer sus previsiones de evolución económica para España durante los ejercicios de 2009 y 2010. En ambos casos ha empeorado las previsiones, ya pesimistas, realizadas por el Gobierno y en concreto por el vicepresidente y ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes. El varapalo es serio ya que, en definitiva, cuestiona los análisis de coyuntura que viene barajando nuestro país sobre el comportamiento que tendrá la economía.

El informe de la Comisión deja en evidencia al propio presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, el cual insiste, por activa y por pasiva, que la economía española comenzará a dar síntomas de recuperación a partir del segundo semestre de este 2009, mientras que en el 2010 ya se habrá consolidado la recuperación. El problema radica en el hecho de que el Ejecutivo ha perdido toda la credibilidad posible sobre sus proyecciones económicas, los reveses en este terreno son continuos y, por desgracia, siempre se cumplen las previsiones más pesimistas. En el caso del paro el ejemplo es apabullante, como también lo es la falta de reacción de la banca ante las ayudas que se le han prestado desde el Gobierno, ya que se mantiene el cierre a la concesión de créditos.

Un aspecto que no puede pasar desapercibido y que provoca la natural alarma es que mientras Solbes advierte de que el Gobierno ya ha agotado todos los recursos posibles para hacer frente a la crisis, el diferencial adverso respecto al resto de países miembros de la eurozona continúa acentuándose y debilitando, por tanto, las posibilidades de una pronta recuperación. Llega el momento de exigir responsabilidades porque las cosas no se hacen bien.