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CARLES DOMÈNEC-BARCELONA
Las dependencias de la Universitat de Barcelona (UB) están ocupadas desde el jueves con improvisadas camas, sacos de dormir y utensilios de cocina. Los pasillos se han convertido en talleres para pintar pancartas y los accesos a las aulas se utilizan para convocar acciones. El motivo es la oposición estudiantil a la propuesta del plan Bolonia que cambiará la programación y la mecánica de las licenciaturas. Un numeroso grupo de mallorquines procedentes de todas las universidades públicas de Barcelona participan en el encierro.

Prefieren no dar su nombre completo por miedo a represalias, como Arnau G., estudiante de Economía, quien afirmó que «existen precedentes de éxito de las protestas universitarias, ya que en Grecia se ha conseguido frenar el plan Bolonia». En algunos medios de comunicación se ha anunciado que la UB no permitirá el cierre a partir del lunes. Arnau lo niega: «El rector actual dejará de serlo a partir del jueves a causa de elecciones, y no creo que quiera irse con la lacra de haber sido el primer rector de la democracia que haya permitido la entrada de policía en el recinto».

Delante de la puerta del despacho del rector, unos sacos de dormir dan idea de la resistencia estudiantil. Los alumnos organizan la jornada con comisiones de comunicación, cocina, logística y seguridad. Una esquina del primer piso es ahora una despensa en la que se elaboran las comidas. «La respuesta de los ciudadanos ha sido fenomenal», apuntó la menorquina Carla, estudiante en la Autònoma, quien desveló que «una señora nos trajo ayer tortillas de patatas y varios mercados nos han regalado comida».