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No quiero alarmarles, pero sí contarles una historia.
El pasado fin de semana recibí una invitación para asistir a un cursillo de defensa personal para mujeres que se daba en el Príncipe de Asturias.
Allí me encontré con 21 féminas siguiendo el cursillo que impartían dos profesores de seguridad y especialistas en defensa personal femenina, Gabriel Sabater y Miguel Vilanova. Teoría y, sobre todo práctica.

Estaba claro que de allí no iba a salir ninguna Lara Croft, pero sí gente con ideas que les permitieran reaccionar ante el acoso de un tercero, ya fuera ante un tirón, asalto, sujeción, intento de violación, etc.

Y es que los tiempos no son fáciles. Hay mucha violencia y no poca inseguridad. Y esto, a causa de la crisis, todavía puede empeorar. Por ello hay que estar prevenido. Por ello hay cursillos como éste. Por ello 21 mujeres dedican unas horas de su tiempo libre del fin de semana a participar de ellos, puede que aprendiendo lo mínimo, pero que en una determinada circunstancia les puede servir de mucho, cuando menos a no quedarse aterrorizadas y con los brazos cruzados.

Además de aprender a esquivar y a zafarse de agarrones o sujeciones, estando de pie o en el suelo, ya bien a base de movimientos de brazo, patadas en los genitales del atacante, arañazos, meterle el dedo en el ojos -u ojos-, las alumnas aprendieron a manejar el spray de defensa, algo que va a formar parte de los elementos que de cotidiano llevan en el bolso. Porque el efecto de este tipo de spray manejado a tiempo, o en un descuido que pueda tener el asaltante, puede suponer la liberación de la persona asaltada. ¿Que cómo conseguirlo? Según nos explicó uno de los profesores, este spray se vende en cualquier armería mostrando el DNI y siendo mayor de edad. «Se trata de spray de defensa, homologados por el ministerio de Salud y Consumo y cuyo uso está permitido por el Reglamento de Armas, artº. 5º 1B .