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La jornada del sábado concluyó con el rezo del rosario en la casa que la Hermandad del Rocío de Palma tiene en la aldea. Y a continuación, partido entre el Atlético de Madrid y el Real Madrid "los que quisieron verlo", seguido de cena y tertulia.

En esta ocasión no hubo sevillanas, pues al día siguiente [ayer] había que madrugar a fin de tenerlo dispuesto todo a las 9.30, hora prevista para ir en procesión, con el Simpecado y los atributos, a misa en la ermita del Rocío, a donde llegamos minutos antes de las 10.00 horas con una aldea que, poco a poco, se iba despertando y poblando de gente, pues era domingo y encima hacía muy buen tiempo.

Hay que reseñar que a la comitiva se había sumado una representación de la asociación madrileña La Ventilla y representantes de la Hermandad de la Palma del Condado y de la Matriz de Almonte, y que Juan Vallés se ha encargado de la coordinación del acto procesional.

La entrada en el templo de la Divina Pastora fue apoteósica, no sólo por cómo repicaban las campanas a gloria, ni por cómo fue recibida la comitiva de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de Palma por parte de los feligreses que se disponían a asistir a misa, sino también por cómo la aderezó el coro de la Hermandad, que a lo largo del santo oficio cantó ocho de los doce temas de que consta su misa rociera compendiada en un disco que se titula Mallorca al Rocío, que dicho coro grabó en 2002.

De este modo, con una misa, nuestra Hermandad ponía la guinda a esta peregrinación; misa concelebrada por dos jesuitas y un carmelita descalzo, los padres Sebastián Feliu y José María González de Quevedo y el padre Julio González. El padre Feliu, durante el sermón, señaló que estaba muy satisfecho por el hecho de que la Hermandad Matriz de Almonte «nos nombrara hermandad filial», y que era una satisfacción «poder venir aquí, año tras año, a pesar de los gastos que conlleva el desplazamiento».

Frente al altar se situó el presidente de la Hermandad, Juan Antonio Torres Navarrete, su esposa, Consuelo Salmerón; el Hermano Mayor de romería y el alcalde mayor de carretas con el Simpecado. A la izquierda del altar se alineaba una representación de la Junta de la Hermandad Matriz de Almonte. Y al pie del altar, los miembros de la junta de gobierno de la Hermandad de Palma, portando las banderas españolas y mallorquina, así como el presidente y representantes de la cofradía de Nuestra Señora de la Salud, también de Palma.

Tras la misa, se regresó a la casa, ahora bordeando las marismas almonteñas. Como a la ida, abrían el cortejo el tamborilero y el cohetero, dos personajes que no faltan en ningún evento de El Rocío; su misión es anunciar que el cortejo se aproxima. Frente a la casa, se rezó una Salve como despedida al Simpecado.

Finalmente, se vivió un rato de feliz convivencia con cante, baile, productos de la tierra y todo regado con buen vino.