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En una ceremonia que presidirá el obispo de Mallorca, Jesús Murgui, finalizará la presencia de la orden de monjas dominicas que se instaló en 1658 en el monasterio de Santa Catalina de Siena, junto a la palmesana calle de Sant Miquel y cuyo solar ocupa en la actualidad el complejo comercial de Los Geráneos, el cual abandonaron al principio de la década de los 60 del pasado siglo para trasladarse al actual convento situado en las inmediaciones del polígono de Son Castelló.

El pasado lunes, en un avión medicalizado, se trasladaron a Barcelona, donde se agruparán las integrantes de la congregación de diversas comunidades, las monjas más delicadas de salud. El resto, seis más, está previsto que lo hagan esta misma semana para trasladarse a un monasterio de Sant Cugat del Vallés.

Por el momento se desconoce el destino que tendrá el edificio actual de esta comunidad dedicada a la vida contemplativa, aunque no se descarta que se le trate de dar algún tipo de servicio de asistencia social para la ciudad.

Cuando las dominicas abandonaron su monasterio de Santa Catalina de Siena, repartieron buena parte de su legado artístico y religioso entre el Museo Diocesano y muchas parroquias mallorquinas. Parte del claustro del antiguo monasterio se reubicó en la Facultat de Filosofia i Lletres.