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Decepción. Éste es el sentimiento generalizado que ha provocado la intervención del vicepresidente del Gobierno y ministro de Economía y Hacienda, Pedro Solbes, en el Congreso de los Diputados para explicar el futuro modelo de financiación autonómica. La propuesta no modifica, en absoluto, la fórmula presentada por el propio Solbes semanas atrás en el Consejo de Política Fiscal y Financiera ante los consejeros autonómicos, la mayoría de los cuales evidenciaron su rechazo, en especial por parte de Catalunya. Balears, entonces, tampoco ocultó que con las nuevas condiciones no se iba a registrar una mejora sustancial en la obtención de recursos estatales.

El problema al que debe hacer frente el Gobierno tiene un claro componente político que puede acabar marcando la legislatura. La cesión de algunos impuestos especiales y el 50 por ciento del IRPF a las autonomías no colman, en absoluto, las aspiraciones de muchas comunidades "entre ellas Balears" que han sufrido un importante incremento poblacional que también demanda servicios y, tampoco, de Catalunya que exige un tratamiento específico; tal y como contempla su reformado Estatut.

Zapatero se encuentra en un auténtico atolladero del que no le resultará sencillo salir, y todavía más ante un escenario de crisis económica en la que los recursos públicos están disminuyendo de manera casi alarmante. En este contexto no es sencillo adivinar qué sucederá en las próximas semanas, pero en todo caso debe quedar claro que Balears no puede dar un paso atrás en esta cuestión. El president Antich sabe que cuenta con el amplio respaldo de la sociedad balear para reclamar la reparación del agravio financiero de nuestro autogobierno.

Es el momento de exigir que Madrid cumpla con su palabra.