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Una empresa mallorquina cuya propuesta tiene su base científica en el departamento de Ingeniería de Alimentos de la UIB, asegura tener la clave para convertir las medusas, quizá el animal marino más temido por los bañistas, en un alimento estrella de la comida y la bebida de los humanos, lo que supondría convertir una hoy molesta plaga del Mediterráneo en producto imprescindible en las mesas... de todo el planeta.

Así lo explicó ayer el representante de la compañía MSS, Juan Antonio Martínez, en el 'I Encuentro de Innovadores e Inversores de la Eurorregión en Balears', auspiciado por el Círculo de Economía de Mallorca y el Govern balear, y celebrado en la sede central palmesana de 'Sa Nostra', al que asistieron decenas de probables inversores para tan novedosas como viables iniciativas.

En una cita que contó con la presencia en su inicio del president del Govern, Francesc Antich, a quien flanquearon el presidente del Cercle d'Economia, Alejandro Forcades, y el presidente de Sa Nostra, Fernando Alzamora, y acompañaron los consellers d'Economia y Presidencia, Carles Manera y Alberto Moragues, fueron expuestos proyectos empresariales como balizas para control de la calidad del agua en tiempo real; ensayos clínicos con un medicamento para tratar el cáncer de pulmón no microlítico; tratamiento a base de membrana espiral para aguas de depuradoras; una plataforma de envío gratuito de SMS; o un operador para telecomunicaciones por el cable eléctrico dentro de los edificios.

En el caso de la firma MSS, con sede en el Parc Bit de Palma y con génesis científica en la UIB, su iniciativa de aprovechar a la molesta medusa en todo tipo de manjares y bebidas espirituosas se verá concretada en breve en su laboratorio de biología marina aplicada con 180 kilos de estos animales que quedarán convertidos en galletas, helados, harina, azúcar, pastas e incluso gominolas, y quizá como especial reclamo de los tiempos presentes en un licor tipo aguardiente, que según se explicó en la jornada empresarial de ayer «tiene evidente sabor a mar».

Alejandro Forcades recordó ayer a los reunidos que nunca hubo innovación sin empresas de capital-riesgo que invirtiesen en ellas. «Así empezó Silycon Valley -dijo-, financiando a aquellos chicos en pantalón corto que habían desarrollado aplicaciones informáticas».