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Hasta que cumplió 17 años no supo quién era realmente: ignoraba, hasta entonces, que sus padres habían muerto en el gueto de Varsovia y que ella fue sacada de ahí «en una caja de madera con agujeros, para que pudiera respirar» gracias a una organización de ayuda a los judíos llamada Zegota y que contaba entre sus principales activistas con una mujer, Irena Sendler, fallecida el pasado mayo y que ha pasado a la historia como «El Àngel del Gueto de Varsovia».

Una de los aproximadamente 2.500 bebés, niños y niñas rescatadas por la organización de Sendler es Elzbieta Ficowska, que esta noche recogerá el Premio Humanidad 2008 que Cirujanos Plástikos Mundi ha concedido a Irena Sendler. Ayer conversó con Ultima Hora.

«Estoy convencida de que Irena es mi Àngel de la Guarda y aunque haya muerto, la noto siempre junto a mí», dice.
«Sí -comenta a través de Yolanda, su traductora-, cuando cuento mi vida yo misma me veo como protagonista de una película. Nunca conocí a mis padres; a mí me sacaron del gueto en un camión que trasladaba ladrillos, en el interior de una caja de madera con agujeros. Sé que mi nombre es Elzbieta porque así figuraba, junto a mi lugar de nacimiento, en una cucharita de plata que mis padres me colgaron del cuello antes de entregarme para que pudiera sobrevivir».

La referencia a otra película, La lista de Schindler es inevitable pero la comparación no es de su agrado. Se nota en el modo que responde a la pregunta a través de su traductora.

«No, no tiene nada que ver; él se aprovechaba de los judíos que rescataba; Irena, no. Era todo amor a los niños, fue torturada y nunca dio los nombres de quienes había salvado», afirma con mucha rotundidad.

Elzbieta, que ahora tiene 66 años, está muy agradecida a sus padres adoptivos, «fui muy feliz con ellos». Ella tuvo más suerte que otros, ya que supo relativamente pronto, a los 17 años, que no era quien creía.

«Otros no lo descubrieron hasta la edad de jubilación, hace pocos años; imagine lo que puede suponer descubrir a los 60 ó 70 años que no eres quien creías», dice.

Está acostumbrada a recoger premios en nombre de Irena. Su historia, la del «Àngel del Gueto de Varsovia», trascendió a todo el mundo en 1999.
«La historia se conocía en Polonia pero se hizo pública a raíz de un proyecto de unos estudiantes de Estados Unidos que escribieron una pieza teatral de ocho minutos contando la historia de Irena», cuenta.

Fue tras la caída del muro y de los comunistas cuando comenzaron los reconocimientos públicos.
Es la primera vez que 'la niña de la cuchara de plata', que también ese es título de una película polaca en que se cuenta la historia, ha viajado a Mallorca. No ignora que hay gente que sigue negando el Holocausto.

«No hay nada que hacer con ellos, es imposible hacerles razonar; se niegan a aceptarlo», comenta. Y añade: «Yo diría que son enfermos y que necesitan tratamiento médico».