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La conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente adquiere una especial trascendencia a medida que se acumulan los datos que confirman un cambio radical, acelerado, del clima en todo el planeta que los expertos atribuyen a la "desaforada" actividad humana. Lo que hace unos años era considerado como una tesis alarmista y sin fundamento de algunos científicos y grupos ecologistas, ahora ya no se discute que la alteración del clima es una realidad y el debate se centra en qué hacer para ralentizarlo y prevenir sus efectos.

Jornadas como la del Día Mundial del Medio Ambiente pretenden concienciar a la población de que la preservación del entorno natural es una tarea en la que es imprescindible el compromiso individual, en especial en los países más desarrollados donde el consumo de los recursos naturales es exponencial. La generación de los gases de efecto invernadero se acumula en Occidente y se incrementa, todavía más, con los crecimientos de países como China y la India. En pocas décadas se alcanzará el colapso si no se adoptan medidas correctoras con urgencia, entonces ya será demasiado tarde.

De todos modos, la eficacia en la conservación del medio ambiente "compatible con un crecimiento sostenible" pasa por un compromiso real de todos los países en aplicar políticas comunes, castigando las salvajadas contra la Tierra en lugar de permitir un trapicheo de cuotas contaminantes entre países ricos y pobres; tal y como admite el protocolo de Kioto. El desarrollo no se mide sólo en términos económicos "pan para hoy y hambre para mañana", es preciso introducir nuevos parámetros basados en la calidad de vida y la preservación de la naturaleza, conceptos que deben asimilarse por todos reduciendo las abismales diferencias entre países ricos y pobres.