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El secretario general del Partido Socialista Obrero Español, José Luis Rodríguez Zapatero, ha anunciado el encargo a su secretario de Organización, José Blanco, de que busque el puñado de votos que necesita para garantizar su investidura como presidente del Gobierno "le faltan ocho escaños para alcanzar la mayoría absoluta" y la estabilidad durante toda la legislatura.

La tarea de Blanco no es sencilla. La acumulación de votos por parte del PSOE procedentes de su izquierda hace que sean inútiles e insuficientes los acuerdos con Izquierda Unida o Esquerra Republicana de Catalunya, motivo por el que todo indica que la búsqueda de los apoyos debe centrarse en las dos única opciones reales: el Partido Nacionalista Vasco y Convergència i Unió. En ambos casos las alianzas de socialistas y nacionalistas no están exentas de serias dificultades.

En el caso del PNV, cuyo presidente, Iñigo Urkullu, ha moderado su mensaje y lanzado una manifiesta voluntad de alcanzar acuerdos con el PSOE, no ha despejado, sin embargo, qué piensa hacer el lehendakari con su idea de referéndum secesionista que piensa convocar para el próximo mes de octubre, aunque sí ha matizado que éste es cosa de Ibarretxe y no del partido, lo que, sin duda, despejaría la posibilidad de un acuerdo en Madrid. Ahora bien, no sería serio ni recomendable que el PSOE no aclarara esta cuestión antes de establecer un pacto con el PNV.

Otro tanto ocurre con Convergència i Unió, coalición nacionalista que ha salido indemne de las elecciones, puesto que resulta complicado compatibilizar estrategias contrapuestas con un mismo partido en Madrid, sumándose a la mayoría socialista del Congreso, y en Barcelona, en la oposición en el Parlament de Catalunya.

No le será sencillo a Zapatero administrar una legislatura en la que su victoria política ha dejado tantas formaciones heridas.