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M. G. La Fundación Vicente Ferrer lleva más de medio siglo trabajando en favor de los más pobres en la India y, además, en las últimas décadas realiza un intenso trabajo por mejorar el status socio económico de las mujeres rurales de la zona de Anantapur, un distrito de cuatro millones de habitantes que en 1969 comenzó un proceso de transformación gracias a la única ayuda de los españoles a través del sistema de apadrinamiento.

El programa «De mujer a mujer», uno de los muchos que tiene en marcha esta Fundación en la zona, nació en 1983 para ayudar a las mujeres dalits de Anantapur, las más marginadas entre los marginados, que sufren discriminación por tres motivos: por ser dalits, pobres y mujeres.

La discriminación es común a las mujeres indias pertenecientes a todas las castas; sin embargo, en las mujeres dalits esta situación es especialmente grave, por lo que este programa se dirige a ellas. La idea es potenciar los lazos entre personas europeas y este colectivo de mujeres mediante un compromiso de ayuda directo, de persona a persona.

Las dificultades que enfrentan las mujeres dalits son múltiples, como el hecho de que no tienen acceso a la educación, no tienen independencia económica y no tienen conciencia sobre sus derechos.

Desde la Fundación se asegura que «las mujeres son consideradas como una carga para la familia. Las familias piensan que no es necesario cuidar ni invertir en la mejora de la condición de vida de las hijas, puesto que, cuando éstas se casen, se marcharán del hogar y el dinero y cuidado invertido en ellas no va a tener ningún beneficio para la propia familia».

El proyecto «De Mujer a Mujer» es un programa de ahorro dirigido a las mujeres de las zonas rurales de Anantapur que les permite disponer de una cartilla de ahorro para su uso personal. Durante cinco años, el dinero procedente del proyecto se deposita en una cuenta a plazo fijo. Transcurrido ese tiempo, las mujeres que participan en ese proyecto dispondrán de un ahorro que les va a permitir poner en marcha un pequeño negocio o contribuir a la economía familiar.

«También les posibilitará crear una cuenta de ahorro para sus hijas, lo que en el futuro supondrá una gran ayuda a la hora de enfrentarse a la vida adulta», explican desde la Fundación. Otra de las ventajas es la posibilidad de participar en un fondo de salud comunitario al que pueden acceder en caso de padecer alguna enfermedad grave, necesitar una operación o un tratamiento específico. Las mujeres sí pueden disponer de este fondo en el momento que lo necesiten.

En estos momentos, el programa se desarrolla en 322 pueblos y beneficia a un total de 13.050 mujeres. Éstas, dentro del programa, se organizan en asociaciones o shangams y actualmente ya hay organizadas 4.044, en las que están asociadas nada menos que 55.671 mujeres.