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Comienzo oficial de la campaña electoral con la tradicional pegada de carteles, ya un gesto más simbólico que otra cosa, porque llevamos meses "si no años" de precampaña. Lejos de los símbolos y los gestos, dos pesos pesados de los partidos en liza "Pedro Solbes y Manuel Pizarro" se enfrentaron cara a cara en el primer debate televisado la noche del jueves, logrando (no era para menos) récords de audiencia. El ministro de Economía y el candidato del PP a serlo en caso de lograr formar gobierno nos hablaron de todo y consiguieron llamar nuestra atención y casi nuestro entusiasmo. No es fácil la economía, pero ellos la hicieron asequible para el gran público. Al fin y al cabo, a todos y cada uno de los ciudadanos nos interesan asuntos como el paro, las pensiones, la inflación y las hipotecas.

Estuvo Solbes tranquilo, seguro de sí mismo y demostrando, una vez más, que es lo mejor que tiene Zapatero. Solvente, inteligente y sereno, el ministro de Economía logró noquear a su contrincante que, a priori, se presentaba como un halcón implacable.

Pizarro es hombre serio, pero apenas lo demostró. Se dejó arrastrar por el politiqueo, sacando a colación asuntos que nada tenían que ver con la seriedad de los datos contrastados que presentaba Solbes y que avalaban sin lugar a dudas su gestión. Sólo en algún momento consiguió colocarse por delante, aunque por poco tiempo. La imagen final fue la de un Pizarro que, incapaz de arrebatarle el liderazgo a Solbes por las buenas "con argumentos sólidos y, sobre todo, con propuestas inteligentes y viables", acabó intentándolo por lo bajo, con ataques políticos de poco fundamento. El ministro, inalterable, supo reconocer las dificultades económicas existentes "no cayó en triunfalismos absurdos", pero contraatacó con confianza y serenidad.