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La historia del Arctic Sunrise podría resumirse como 'el barco que cambió de bando', ya que, antes de que Greenpeace lo adquiriese en el año 1995 era un pesquero de focas.

La organización ecologista incluso realizó una acción contra él en la Antártida mientras entregaba al gobierno francés equipamiento para construir una pista de aterrizaje a través de una zona poblada por pingüinos. Sin embargo, años después el enemigo pasó a ser el principal aliado, y desde el año 1996 se ha convertido en una de las principales herramientas para defender el medio ambiente.

Tras su botadura en junio de 1996, el Arctic Sunrise inició una campaña recorriendo instalaciones petrolíferas en el Mar del Norte y posteriormente se incorporó a la campaña en defensa del Mediterráneo.

Entre las acciones más destacadas que ha realizado se encuentran 'Defendiendo el litoral de la especulación', en la que Greenpeace desembarco en Isla Canela (Huelva) para exigir la paralización de las obras ilegales de Iscasa-Pryconsa; o 'Documentando la pesca de inmaduros', en la que miembros de Greenpeace recorrieron en lancha el litoral gaditano par investigar y denunciar la pesca ilegal de inmaduros.

La presencia del Arctic Sunrise en Balears también ha sido significativa. Así, realizó la campaña 'Impidiendo la pesca con redes de deriva ilegales', en la que Greenpeace localizó al sur del Archipiélago de Cabrera a cinco pesqueros italianos que utilizaban redes de deriva ilegales. Este barco fue construido en 1975 por AS Vaagen Verft. Los interesados en conocerlo podrán hacerlo hoy y mañana, ya que se celebran jornadas de puertas abiertas en el Paseo Marítimo.

El Arctic Sunrise está en Palma para presentar el informe 'Contaminación en España', que ya se hizo público en Barcelona a principios de esta semana. Greenpeace y el GOB, que también estuvo presente en la rueda de prensa denuncia que los dos puntos negros de contaminación que tienen las Islas son la incineradora de Son Reus y la cementera de Lloseta y calificaron de «fracaso la gestión de residuos de la Mallorca».

Ambas organizaciones criticaron que la incineradora de Son Reus provoca serios problemas ambientales, tanto por sus emisiones a la atmósfera, como por el problema que suponen las cenizas y escorias que producen, y aseguraron que la mayoría se depositan en vertederos.

Por otra parte, aseguraron que se deben extraer los restos del Don Pedro, ya que «continúa siendo una fuente de contaminación marina para las sustancias contenidas en él».