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Las propuestas que en materia económica están realizando los líderes del PSOE y Partido Popular, José Luis Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy, respectivamente, en estas semanas previas a la campaña electoral del 9-M se están convirtiendo en una especie de almoneda en la que las iniciativas se presentan sin ningún tipo de rigor; simples reclamos para captar el voto. En esta línea figuran promesas como la devolución de 400 euros a todos los contribuyentes, como anuncian los socialistas, o la creación de hasta 2'2 millones de puestos de trabajo en los próximos cuatro años, según los conservadores.

Los adversarios de Rodríguez Zapatero y los analistas económicos y políticos no han ocultado su desaprobación con su compromiso de devolución de 400 euros a los contribuyentes, una medida lineal y, por tanto, divergente con la progresividad tributaria. Además no son pocos los que se preguntan las razones por las que el Gobierno no ha aplicado hasta ahora una medida de estas características, cuya única ventaja inmediata sería la de incentivar el consumo. De hecho, el equipo de Solbes, como ha ocurrido en otras ocasiones, parece que nada sabía con antelación del anuncio que iba a realizar el presidente Zapatero.

Otro tanto podría decirse de Rajoy, que apenas explica los mecanismos que pondría en marcha para crear esos millones de puestos de trabajo en un período en el que la economía occidental se enfrenta a una etapa, siendo benévolos en la calificación, de serias turbulencias.

Es demasiado importante lo que está en juego el próximo 9-M para que los líderes de las principales fuerzas políticas no sean capaces de actuar con seriedad y rigor en sus compromisos electorales.