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Mallorca ha sido el escenario privilegiado de numerosas vivencias de don Juan Carlos desde que llegó, por primera vez, en 1953 acompañado de su hermano Alfonso para pasar el verano en la celda que los condes de Fontanar tenían en la Cartoixa de Valldemossa.

Es a partir de mediados de la década de los años 60 cuando la presencia de don Juan Carlos se hace habitual en la Isla, en buena medida gracias por la influencia de Nicolás Cotoner, marqués de Mondéjar, del que cuando el Govern le concedió la medalla de oro de la Comunitat se refirió al que era el jefe de su Casa como «mi segundo padre».

La adolescencia del que acabaría siendo jefe del Estado a la muerte de Franco, a partir del 22 de noviembre de 1975, se repartía entre Madrid, Mallorca y Estoril (Portugal), donde residían sus padres, los condes de Barcelona.

El 4 de agosto de 1973 el palacio de Marivent se convirtió, por acuerdo de la Diputación Provincial, en la residencia estival de los entonces príncipes de España. Desde ese día, el caserón proyectado por Guillem Forteza en la barriada de Cala Major ha sido testigo mudo de las incertidumbres de los primeros años del reinado de don Juan Carlos y el crecimiento de la Familia Real.

En Mallorca, en Marivent, el Rey ha recibido a numerosos estadistas extranjeros. La relación incluye a todos los presidentes de Gobierno españoles -desde Adolfo Suárez a José Luis Rodríguez Zapatero-, pero también a los reyes de Marruecos y Jordania, Hassán II y Hussein; los presidentes norteamericanos George Busch y Bill Clinton, y el soviético Mijail Gorbachov; la reina de Inglaterra, Isabel II, además de su hijo Carlos y Diana de Gales; los emperadores del Japón, y los reyes de Bélgica, Balduino y Fabiola.

En Palma planeó la banda terrorista ETA el asesinato de don Juan Carlos, operación de desbarató la Policía el 9 de agosto de 1995.