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No pinta bien la situación en Oriente Próximo, toda vez que el primer ministro israelí, Ehud Olmert, ha rechazado la oferta de diálogo lanzada por el ex primer ministro palestino y líder de Hamás, Ismail Haniya. Olmert, además, ha defendido la política de asesinatos selectivos contra quienes lanzan cohetes contra territorio judío.

Para empezar, Olmert condiciona cualquier principio de negociación a la Hoja de Ruta establecida por el cuarteto formado por Estados Unidos, Rusia, Naciones Unidas y la Unión Europea y que promueve el reconocimiento del Estado israelí y el cese de toda violencia, principios éstos que Hamás, por el momento, se niega a aceptar.

Pero tampoco es asumible que Israel continúe con la política de nuevos asentamientos y ampliación de las colonias ya existentes que no hacen más que seguir tensando la cuerda de tal modo que imposibilitan cualquier acuerdo de mínimos para seguir avanzando hacia la pacificación definitiva de la zona.

Ante estos hechos, preciso es que se mantengan los esfuerzos de la comunidad internacional en pos de alcanzar una situación definitiva y estable con el pleno reconocimiento por ambas partes de los Estados palestino y judío y con una convivencia absolutamente pacífica.

Ciertamente todo ello no es posible si ambas partes no renuncian a las posturas más radicales y ceden en algunos aspectos por el bien común. Mientras tanto, la situación de «guerra», como la define Olmert, no hace más que mantenerse con toda la carga de tragedia y dolor que la misma comporta. La Navidad es tiempo de esperanza y bueno sería que así lo vieran de uno y otro lado de la frontera de la franja de Gaza.