«A veces le digo a mi marido que pregunte a sus amigos si su esposa ha jurado bandera como yo».

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Margarita Roldán es abogada, aunque ya no ejerce.

Tras colgar la toga, decidió hacer cosas que no había podido a causa de su trabajo, entre otras, ir cada día andando a ver el mar, clasificar las fotografías familiares guardadas en bolsas, y entrar en el Ejército Español como reservista, cosa que logró en el 2005. «Es una forma como otra cualquiera que tenemos los españoles de defender España y que está contemplada por la Constitución. Lo que a mí me motivó a ser reservista es ver la injusticia que estamos cometiendo con el Ejército. No dudo que hace 40 años hubiera cierto temor hacia él, cosa que ahora no es así, puesto que se ha democratizado totalmente. Mi nieto, por ejemplo, no sabía que era un militar ni un uniforme. No sabía siquiera que su padre había hecho el servicio militar, lo cual me dio que pensar. ¿Cómo puede ser posible eso, que las generaciones jóvenes, y las que vienen, no sepan lo que es el Ejército, y más cuando el Ejército de hoy día no tiene nada que ocultar, ni de que avergonzarse, sino por el contrario, está dando muy buen imagen nuestra en el exterior, pues se trata de un colectivo formado por hombres y mujeres jóvenes, que están llevando a cabo un trabajo durísimo, sujeto a una disciplina sin la cual no podría funcionar? Y se lo digo con conocimiento de causa, porque yo estuve preparándome en Camposoto a lo largo de dos semanas y no vea lo duro que fue para mí. Y eso que lo que yo hice nada tiene que ver con lo que hacen ellos».

La alférez Roldán, pues por su condición de abogado tiene esa graduación, señala que «el Ejército es democrático y totalmente neutral. Y si no hubiera sido así, yo no hubiera entrado a formar parte de él. Por eso, hay que decirle a la sociedad que el Ejército está llevando a cabo un esfuerzo sobrehumano, realizando una gran labor a pesar de que no cuenta con los mejores medios, y que si no le gusta algo, calla. Es una institución, repito, muy poco valorada por la sociedad. Por ello hay que apoyarle y divulgar cuanto está haciendo». Está convencida de que aún hay mucha gente que no mira bien a Ejército, «lo cual me animó a formar parte de él, y como yo, creo, lo han hecho otras muchas personas».

Margarita Roldán, que ha firmado un contrato con el Ejército por tres años, ya ha sido activada en dos ocasiones, aparte del periodo de instrucción que culminó con la jura de bandera. «Yo no me di de alta como abogado, pues pienso que el Ejército tiene suficientes abogados, sino como Literatura creativa, que es lo que hago en la actualidad, escribir. A principio de cada año nos preguntan que cuándo nos queremos activar. En el supuesto de que te llamen, y que a causa de algún motivo no puedas activarte, lo dices y no pasa nada. Eso sí, tienes tres oportunidades, y si no acudes en ninguna de ellas, lo único que puede ocurrir es que te den de baja. Pero nada más. En el caso de que te llamen, te dan tres opciones: quince días de instrucción, al principio, lo cual para mí fue muy duro; entrenamiento e instrucción durante dos semanas; y toma de contacto con tu unidad por espacio de una semana, lo que se llama actualización de conocimientos, que va más conmigo. Estoy en la USBA, en la base General Asensio, y cada vez que me activo me asignan un cometido, siendo desde ese momento un militar como otro, en mi caso un alférez, con el mismo horario que el resto. ¿Que si un reservista puede pedir destino en cualquier misión, incluso en el extranjero? Por supuesto que sí».

Por último, Margarita Roldán asegura que es bueno que la mujer esté en el Ejército. Bueno para ella y muy bueno para el Ejército. La mujer tiene una visión de la vida muy distinta a la del hombre; en vez de ser contraria, la complementa, lo cual es muy importante. De ahí lo bien aceptada que ha sido.

Pedro Prieto