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LOURDES TERRASA Veinticinco días después de que el terremoto que asoló el sur de Perú destruyera la práctica totalidad de las viviendas en las zonas de Pisco, Ica y Chincha, al sur del país, dejando tras de sí quinientas muertes y miles de heridos, la sangrante situación que padecen los habitantes de esas zonas ha dejado de ocupar la atención de los medios de comunicación.

Gracias a la ayuda internacional, que aporta las grandes cifras en esta campaña de apoyo a los damnificados, pero de forma muy especial a las organizaciones no gubernamentales más modestas, como Ayne-Perú, que actúa codo con codo con las familias que se han quedado sin nada, Pisco, Inca y Pueblo Nuevo de Chincha luchan por recuperar lo perdido.

Ayne-Perú Trinitarias, que acaba de recibir el premio Jaime II que otorga el Consell de Mallorca con motivo de la Diada, ha enviado ya a esas zonas dos camiones con víveres y ropa de abrigo recolectados entre las familias de Lima colaboradoras de esta ONG, así como un camión con mil esteras y otro con mil mantas y una buena cantidad de alimentos no perecederos. La colaboración recibida también desde comunidades educativas limeñas ha sido fundamental.

«Gracias a las aportaciones realizadas por muchos ciudadanos de Balears a las cuentas de emergencia abiertas por Ayne en Sa Nostra y La Caixa ha sido posible la adquisición de los primero cincuenta módulos de madera, de 16 metros cuadrados cada uno, que podrán albergar a otras tantas familias de la localidad de Tupac Amaru Inca, situada a cinco kilómetros de Pisco, que, como la inmensa mayoría, están durmiendo a la intemperie, soportando temperaturas muy bajas y fuertes vientos desde hace veinticinco noches», afirma desde Pisco María Alcázar, coordinadora de Ayne-Perú.

Ayne-Perú Trinitarias está trabajando en coordinación con el Fondo de Reconstrucción Integral de las Zonas afectadas por el Terremoto (ForSur), y el objetivo de todas las actuaciones no se reduce a atender las necesidades urgentes de vivienda, ropa y alimentos, sino que están encaminadas también a contribuir a recuperar el tejido económico y social perdido tras el terremoto con criterios de sostenibilidad que permitan a esas comunidades garantizar su supervivencia futura.