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l presidente ruso, Vladimir Putin, ha anunciado el reinicio de los vuelos estratégicos, los cuales fueron suspendidos en 1991, hace ya dieciséis años. Unas maniobras militares han sido la excusa para poner en marcha, de nuevo, este dispositivo de defensa.

La decisión de Putin corrobora la nueva actitud de Rusia en todos aquellos temas que hacen referencia a las cuestiones militares, los cuales están significando un cambio importante respecto a la situación que se ha venido manteniendo durante las últimas décadas; en especial desde la caída del Muro de Berlín y el proceso de distensión en el que desembocó.

La última visita de Putin a los Estados Unidos para entrevistarse con el presidente Bush ya evidenció el nuevo rumbo de la diplomacia rusa, la cual parece que trata de recuperar posiciones en el plano internacional. Al distanciamiento con los EE UU habría que añadir todo el conflicto de los espías con Gran Bretaña, otro de los puntos de fricción que ha surgido con Occidente en los últimos meses.

Sería precipitado adelantar las verdaderas intenciones de Putin con la orden de reanudar los vuelos estratégicos rusos, paralizados en 1991 cuando el país estaba ahogado en una crisis económica sin precedentes, por cuanto no se señala con precisión qué misiones prioritarias se les han encomendado. Lo cierto es que, sin ningún género de dudas, supone un cambio radical respecto al actual equilibrio entre las principales potencias mundiales; una situación que -eso sí que está claro- Rusia quiere redefinir.

Todo indica que la nueva posición de Putin debe tener una primera lectura en clave de política interna, la inquietud estriba en determinar el alcance que puede tener su proyección en el exterior. Esta es la incógnita. Aún.