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Comienza la legislatura autonómica y no parece que lo haga con buen pie. Ya se vio venir con motivo del debate de investidura, cuando la recién estrenada líder de la oposición, Rosa Estaràs, lanzaba toda clase de puyas contra el entonces aspirante a president, Francesc Antich, y, sobre todo, contra la ahora presidenta del Parlament, Maria Antònia Munar. No ahorró dureza Estaràs en aquella ocasión y ayer volvió a exhibirse como una durísima rival. La sesión de ayer, en la que estaba previsto un discurso de la presidenta de la Cámara, era teóricamente protocolaria y a ella habían sido invitadas las primeras autoridades, representantes de la sociedad civil, el presidente del Parlament catalán, Ernest Benach, y el ex presidente del Parlamento vasco Juan Mari Atutxa, entre otras personalidades.

Pero la «fiesta» de constitución de la Cámara se agrió por la agresividad de la portavoz del Partido Popular. Tiene todo el derecho y la obligación de hacer una oposición dura, pero ayer no era el día. Tenía que haber ahorrado a los invitados -y a toda la ciudadanía- el espectáculo del enfrentamiento en una sesión solemne. El tono de la discusión por asuntos reglamentarios para la convocatoria de plenos extraordinarios estaba fuera de lugar. Pero lo más grave fue cuando intentó que se leyera una declaración institucional con motivo del décimo aniversario del asesinato de Miguel Àngel Blanco cuando la presidenta ya había declarado concluida la sesión.

Rosa Estaràs conoce perfectamente la mecánica parlamentaria y sabe que no era el momento para sacar una cuestión tan delicada. Hubiese sido muy oportuno que se hubiese leído una declaración en este sentido, pero previo acuerdo de la junta de portavoces y con un texto consensuado entre todos. No fue así y fue una lástima. Si el PP buscaba bronca lo consiguió, pero, repetimos, no era el día.