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'La mare mai no em va dir per què algunes dones s'estimen més enamorar-se d'altres dones, per què ella i el pare es tanquen al dormitori...' Así se despliega La mare mai no em va dir de Bobette Cole, uno de los muchos y amontonados libros que Maria Mir resume. Esta chispeante y dinámica bibliotecaria lee cuentos en un lenguaje adulto, pero igualmente evocador.

La iniciativa bibliopiscina de la biblioteca municipal de Sa Poblé arrancó con la voluntad de ser un instrumento dinamizador al servicio del público lector infantil y de lunes a viernes de 17 a 19 horas congrega a una veintena de escolares de entre tres y siete años. Todos los meses de julio la biblioteca poblense se traslada al recinto de la piscina municipal. Con éste se cumplen 17 años «formando parte del paisaje de la piscina», apunta Maria Mir, encargada del proyecto.

Los pequeños revolotean alrededor de Maria: «¿me cuentas éste?» le implora uno de ellos. Conocida con el mote de «sa madona des contes» -confiesa orgullosa-, Maria asegura que no ha tenido que hacer malabares para que los pequeños se acerquen a los libros: «ellos vienen por iniciativa propia, curiosean y eligen sus propios temas», aclara.

Hadas o monstruos
Y sí, se cumple la herencia de géneros: ellas sueñan con con los de hadas y princesas, ellos fantasean con los de monstruos y animales. Sin embargo, una misma inquietud aúna a niños y niñas. El cuento, por definición, da respuesta a infinidad de interrogantes infantiles.

Estos pequeños descubridores todavía no saben expresarse, por eso buscan respuestas a sus emociones en la hilera de palabras de un cuento. En este sentido, el libro infantil resuelve sus dudas, les ayuda a canalizar sentimientos, a entender el amor y el desamor.

Maria exhibe orgullosa su humilde parada de libros sorteando títulos y deteniéndose en sus preferidos. En su espacio nadie rompe los libros; en todo caso, son los libros los que se estropean. Sin más.