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Que un presidente del Gobierno remodele su equipo a sólo ocho meses de las elecciones generales pone de manifiesto que en su opinión queda mucha legislatura por delante y, desde luego, mucho trabajo por hacer. Una visión que le elogia, pues no da nada por perdido y, al contrario, parece mantener la ilusión de cumplir proyectos de aquí a marzo. Con esta operación -de maquillaje, en opinión de algunos analistas-, Zapatero se saca otro conejo de la chistera -es su peculiar forma de hacer política, ya nos hemos acostumbrado- y vuelve a acaparar titulares.

Detrás del ruido de tambores se encuentra una decisión que quizá tenía que haber tomado antes. Especialmente en lo que se refiere al Ministerio de Vivienda, el peor aprovechado de todo su equipo, al frente del cual se hallaba una María Antonia Trujillo completamente quemada desde hacía meses. En su lugar entra la carismática Carmen Chacón, joven, decidida y popular. Veremos si estos ocho meses que le quedan en el cargo le bastan para conseguir algo, porque la cartera que Zapatero le ha «regalado» responde a una de las máximas preocupaciones de los ciudadanos y, a la vez, la que más difíciles soluciones tiene.

Quizá como golpe de efecto de cara a la opinión pública, el afamado investigador Bernat Soria entra en Sanidad y el escritor y periodista César Antonio Molina, en Cultura, mientras abandona el equipo Jordi Sevilla, que estaba al frente de Administraciones Públicas, cartera que ocupará la hasta ahora ministra de Sanidad, Elena Salgado, que se ha ganado el respeto por su gestión en uno de los ministerios más complejos. Ha sido, en fin, la cuarta remodelación del Gobierno Zapatero en cuatro años, así que se presume que será la última. Aún hay grandes compromisos electorales por cumplir y parece decidido al menos a intentarlo.