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La tradición de los panes de Sant Antoni de Padua se vivió ayer en la palmesana iglesia de los padres Capuchinos.

Los fieles incondicionales de los favores de este santo milagrero y también casamentero, no faltaron a su cita para encenderle las velas de rigor y adquirir los típicos panes de Sant Antoni de Padua.

A primeras horas de la mañana ya se notaba la asistencia de fieles en el vestíbulo de la iglesia, donde estaba instalado el puesto de venta de los panes, velas y estampas, que este día se venden a los fieles.

Allí encontramos al padre Josep Turull y al padre Xavier Borrell, que atendían a los fieles junto a sus colaboradoras María Dolores Quera, Catalina Milán y Catalina Serra.

El padre Turull destacó que «los mallorquines siguen la costumbre de adquirir los panes y también de encenderle velas a este santo franciscano», reconocido predicador y benefactor de los pobres que nació en Lisboa.

Esta tradición capuchina, proviene de que en la antigüedad había hermanos limosneros. Iban a pedir por las casas para las necesidades de la comunidad, pero por el camino, movidos por la compasión, lo repartían a los pobres. Los frailes eran pobres y vivían de la limosna y, de hecho, muchos santos capuchinos, fueron limosneros.

Según explicaron los frailes «este año hemos preparado unas mil bolsas de panes, de cuatro unidades al precio de un euro cada una. Hay gente que nos da mucho más, y luego, como es costumbre va a rezarle al santo para pedirle algún favor muy especial pues es muy milagrero».

Ayer pudimos comprobar el constante ir y venir de fieles que fueron a pedir favores o darle las gracias al santo lisboeta. En su capilla se hicieron notar un gran número de velones encendidos y la veneración de la reliquia y de la imagen, muy bien adornada.

Por la tarde se celebró la misa festiva presidida por el superior, Lluís Arrom.

Amalia Estabén